martes, 12 de enero de 2016

martes 5 de febrero de 2008

Gente verdaderamente mierdosa

Decía La Bruyère que, la prevención del país, unida al orgullo de la nación, nos hace olvidar que la razón es cosa de todos los climas y que se piensa como es debido en todas las partes donde hay hombres. Estoy convencido de ello y, también, que los porcentajes de imbéciles y sinvergüenzas, punto arriba, punto abajo, vienen a ser los mismos en todas las partes del mundo. Lo digo con la autoridad que me da la experiencia de haber vivido en unos cuantos sitios. Por eso es que no creo en absoluto que en Cataluña haya más imbéciles y sinvergüenzas que en cualquier otro sitio. Y por supuesto, tampoco creo que haya allí mayores porcentajes de gente trabajadora e inteligente, tal como insiste hasta la náusea el discurso oficial de los catalanistas -¡Oh! ¡Qué insulsa cosa es el elogio que se refleja en el mismo sitio de donde sale!-.


Quisiera añadir, ahora, para poner los puntos sobre las íes, que lo dicho sobre porcentajes parejos se refiere a periodos que podríamos calificar como de "normalidad histórica". Es decir, a periodos en los que las cosas van razonablemente bien. Lo que, desgraciadamente, no siempre es el caso. Y, tampoco, no siempre la mohína se reparte por igual en todos los territorios. Unos suben y otros bajan. Es ley de vida. Y el que ayer era el más rico, hoy dejó de serlo y le duele. Y el que ayer era el más pobre, hoy prospera y delira de alegría.

Bien, pues si no ando muy equivocado, los ciudadanos que viven en Cataluña hace tiempo que se vienen doliendo porque son conscientes de haber perdido su condición de más ricos del pueblo. Y no paran, como no podía ser menos, de echar la culpa de su relativa decadencia a los nuevos ricos que, también, como no podía ser menos, les han perdido el respeto y les pasan sus riquezas por los morros. El río revuelto del resentimiento, en definitiva, en el que siempre hay gente mierdosa dispuesta a pescar todo lo que pueda sin pararse en mientes sobre las consecuencias para el ecosistema.

Gente mierdosa, claro, que estudió con esmero las biografías de Hitler, Musolini, Stalín y demás serialkiller que en el mundo han sido, y se quedó con las tácticas que ellos emplearon para hacerse con el copo del poder. Nada nuevo, por tanto, que nos pueda sorprender cuando leemos artículos como el que hoy publica La Vanguardia bajo el titulo "Lo que importa ahora", firmado por Jordi Pujol.

Aquí van unas cuantas perlas:

-. Opino que CiU no debe ni puede pactar con el PP porque durante los últimos cuatro años directamente o indirectamente ha fomentado campañas de calumnia y ha excitado los ánimos contra Catalunya. Ha creado un ambiente de gran hostilidad y animadversión. Ha sido un ataque brutal que hace imposible un pacto. Rotundamente. Esto está muy claro.

-. Lo del PSOE es más sutil, pero también grave. Durante la pasada legislatura, el PSOE y el presidente Rodríguez Zapatero han engañado constantemente. Lo han hecho a propósito del Estatut, desde el principio y hasta hoy mismo en que no lo aplican. Lo han hecho con las promesas incumplidas de la publicación de las balanzas fiscales. Lo han hecho votando partidas presupuestarias que luego no han aplicado. Lo han hecho con las infraestructuras. Lo han hecho invadiendo competencias catalanas en temas de gran importancia. Y ambos -PSOE y PP- han utilizado Catalunya como munición de guerra para su enfrentamiento cainita. No merecen confianza.

-.Y que demostremos, a unos y a otros, que maltratar a Catalunya tiene un coste importante. Serio. Grave.

-.La otra dirección es la de la reacción. La de la afirmación, la del rechazo del engaño, la de la exigencia de la dignidad y del respeto y la de la autoestima. Esa es la dirección que el 9-M hay que tomar.

Y decían que era un gran estadista. ¡Ja! Ya ven: el enemigo perfectamente identificado. Si no fuera por ellos seríamos la repanocha. ¡A las armas, camaradas! ¡Anda que no sabe este mierdoso con quién se juega los cuartos! ¡Pero si nunca se dio en la historia caso como el suyo, que resultó elegido varias veces para gobernar el territorio en el que había llevado a la quiebra la principal entidad financiera! Ya te digo: si alguien saca a relucir la dignidad, el respeto y la autoestima, de una entidad geográfica, échate la mano a la cartera porque seguramente te la quiere robar. Por los medios que sea. Violencia incluida en cuando disponga de los medios para ponerla a funcionar.

Así, con este tipo de soflamas, y con la connivencia de los medios de comunicación para propalarlas, fue como se coció la última guerra de los Balcanes. Creo que fue Vargas Llosa el que lo explicó magistralmente, como suele, en un artículo memorable. Lamento no tener aquí la referencia.
(Coda: "Que quede claro de una vez por todas que a Cataluña se la odia por la envidia que suscita y no como pretenden algunos por haber hecho cosas feas". Cualquier catalanista.)

viernes 8 de febrero de 2008

El voto de las religiones.

 

División de opiniones: Sánchez Dragó dice de tal modo -más que nada por la prosodia-, que sí tienen derecho a opinar, que hay que ser muy torero para atreverse a contradecirle. Arcadio Espada, dice que no tienen derecho con, a mi juicio, exceso de circunlóquios, lo cual, si no ando equivocado, viene a significar que no lo tiene tan claro como pretende. Y, pour la suite, no ha habido pluma que se precie que no haya echado su cuarto de espadas al respecto. Me estoy refiriendo al asunto ese de los obispos que han pretendido orientar el voto de los ciudadanos. La verdad, ¡qué polémica más insulsa! Se me da una higa lo que hagan o dejen de hacer los obispos. Para mí eso que llaman la Conferencia Episcopal no es otra cosa que el consejo de administración de una empresa de servicios que sería más propio llamar: "El Boato. Bautizos, Primeras Comuniones, Bodas, Funerales y ritos de paso en general"




 

Decía, creo, Goethe, que religión que razona, religión que muere. Bien lo creo yo. Y el cristianismo, de las Cruzadas para aquí, no ha hecho otra cosa que razonar en un intento sobrehumano de mantenerse con vida. Pero ya hace mucho que es un cadáver que, eso sí, conserva un esqueleto reluciente. Y ese esqueleto es el que gestiona con bastante buen tino la citada Conferencia. Y, o mucho me equivoco, o se les puede augurar un largo futuro, porque un bautizo, o una boda, en la nave central de una catedral, con el órgano a toda mecha, el olor de los lirios y el incienso... bueno, todo eso puede fabricar un recuerdo imperecedero, un verdadero hito en la vida de cualquiera. Y luego viene todo eso del boato como representación del poder, que a nadie le amarga un dulce y, si puedo, voy a dejar al personal boquiabierto con mis capacidades económicas y demás. Después de ser el protagonista de una orgía sacra, a ver quién es el guapo que le tose a uno.

En fin, que los obispos tienen bien engrasada su empresa y, como hacen otros empresarios, se manifiestan cuando les conviene y como les conviene con la intención de mantener su negocio viento en popa. ¿Qué han pensado que los del PP, supuestamente más tradicionalistas, son más propicios a sus intereses? Pues nada, que les apoyen. Es su apuesta estratégica. El futuro dirá si acertaron o no. Y aquí se acaba para mí todo este llover en el mar que ha sido tan baladí polémica.

Pero, el caso es que no porque una religión sea cadáver deja de haber otras que están bien vivas y coleando. Me refiero a la Ciencia. Bien, es en lo único que cualquier mente medianamente cultivada puede creer, al menos un poco, como sola intermediaria entre nosotros y el más allá. Y la NASA su Vaticano. Bien se investiga todo lo que se puede para conocer el universo y construir aeronaves que en un momento dado, cuando nuestro planeta quede de todo punto inservible, se pueda transportar la vida a otros lugares. Y un sin fin de utopías más que ayudan a mantener al personal más o menos confiado en que merece la pena seguir eslomándose para vivir. Y en esas estamos cuando, el sumo sacerdote de la cosa, el Director del CSID, va y lanza una proclama pidiendo a la comunidad científica que vote a los socialistas porque son mucho más creyentes que los del PP.

¡Acabáramos!

¿Qué piensan ustedes al respecto? ¿Ha hecho bien o mal al manifestar sus preferencias el mentado Director? Yo, no lo sé. Pero, por decir algo al respecto, apunto a la posibilidad de que este señor, con sus cálculos y razonamientos, haya empezado a matar su exitosa religión. Es que, a qué engañarse, si se baja a lo terreno, es para quedarse.


 

 

martes 12 de febrero de 2008

Palanganeros




En la sección Opinión de la edición digital de ABC, viene hoy un artículo de Ignacio Camacho de título: El silencio de los palanganeros. Se pregunta el autor por qué no salen ahora a manifestarse todos aquellos que lo hicieron cuando el Prestige, aquel barco que pintó de chapapote las costas gallegas. Bien ahora hay otro barco haciendo la misma jugada en las costas andaluzas y el personal se llama Andana. Cosas de la política. A los que se manifestaban en Galicia les importaba un bledo las costas pero veían en ello una buena oportunidad para desprestigiar al gobierno de turno. Ahora no les interesa desprestigiar a quien gobierna y pasan de chapapote. Y va Camacho y dice que son unos palanganeros del poder. Bueno, está bien traído, y Camacho, al margen de su reconocible filia política, escribe divinamente.

Pero no es por cuestiones políticas por lo que traigo aquí a colación el citado artículo; lo hago por el título, concretamente por la palabra palanganero. Y es que todo ha sido leerla y venirme a la mente el recuerdo de un encuentro en la tercera fase que tuve años ha en la cafetería de un talgo que atravesaba veloz la meseta central. Se lo voy a contar porque creo que tiene su miga.

Venía de vuelta de unas vacaciones veraniegas a orillas del Cantábrico. Había comido en el restaurante de la estación uno de esos guisos que te hacen pasar la tarde soñando en pantanos. Decidí ir a la cafetería en busca de alivio para mis mucosas.

Iba ya por el segundo botellín de "Solares" cuando advertí su presencia. Estaba a mi lado, mirando por la ventana los campos pelados y los chopos de las riveras. "Vas a Madrid", me tuteó. "No. A Valladolid", le contesté. "Eres de Santander", prosiguió su interrogatorio. "Eeee... Bueno sí, más o menos".

Era un tipo bien curioso. Una especie de híbrido de sociólogo y legionario. Pequeñito, delgado, con el pelo a raya y engominado. Vestía camisa caqui, arremangada por encima de unos bíceps que no eran gran cosa. La llevaba desabrochada hasta el ombligo con intención manifiesta de lucir el enorme crucifijo de oro que le colgaba del cuello. Oro, o lo que fuese. Como el de la cadena que sujetaba sus gafas de concha, o el de las varias sortijas y pulseras que adornaban sus manos y antebrazos. Lo que le afeaba un tanto era un alza de unos diez centímetros con la que corregía las secuelas de una poliomielitis.

"Vivo en Madrid, pero vengo todas las semanas a Santander. Me he comprado un piso de cuarenta metros cuadrados en Cueto". Echó un trago a la cerveza y después un calada al cigarro. "Total, con la tarjeta d minusválido, no me cuesta nada. Vengo en segunda porque no había primera. Siempre vengo en primera". "¡Menudo Chollo!", dije por decir algo. "Además tengo otras", sacó una cartera del bolsillo de la camisa y comenzó a mostrarme carnets. "Este es de hijo de legionario". "!Ah! ¿Eres hijo de legionario?", en realidad me lo debía de haber supuesto. "No. Es que un legionario nos recogió a mi madre y a mí. Bueno, a mí me mandaron al hospicio". "¡Jo!, exclamé. "Pero murió pronto. le pegaron dos tiros. Menos mal que se había casado con mi madre unos días antes.

Acompañaba sus confidencias con gestos de complicidad. Sólo paraba para echar un trago o dar una calada. Continuó: "Mi madre me llevó a vivir con ella. Con la pensión que nos quedó del legionario vivíamos como reyes". Fue al mostrador a repostar y cuando volvió me ofreció un cigarrillo. "No, gracias", dije. "Yo tampoco debería fumar... pero es que no puedo dejarlo. Lo he intentado y... ya ves, más de dos cajetillas al día...". "Pues eso que fumas parece fuerte", dije, juzgando por la peste que exhalaba. "Es que los otros no me saben a nada. Pero yo me encuentro perfectamente. Nunca he estado enfermo. Ahora me contengo un poco más con esto -dijo alzando el vaso de cerveza-, porque antes...". "Se ve que tienes buena naturaleza", le dije por decir algo.

El tren proseguía su marcha entre las rastrojeras ajeno a cuanto acontecía en sus entrañas. !Qué tipo, Dios mío! El que no se conforma es porque no sabe, pensé. "Antes, cuando trabajaba en el Oasis, bebía dos botellas de JB cada noche". Este está empezando a desbarrar, me dije. Sin embargo decidí seguirle la corriente. "¿El Oasis, qué eso, una cafetería? Mostró extrañeza por mi ignorancia y acentuando su mímica picarona, dijo: "Una casa de niñas. De las mejores de Madrid. Por allí han pasao... " El aire confidencial empezaba a resultarme molesto, pero decidí aguantar. "Allí ganaba yo más que un general" "¿De qué trabajabas?" "De todo. Hacía recaos. ¡Sacaba en propinas...! Pensé que acaso había sido palanganero. "Me llamaban de una habitación y me decían: niño, vete al bar de la esquina y tráenos una ración de jamón y una botella de vino. Yo les cobraba el doble y me quedaba con la diferencia. Muchas noches sacaba más de dos mil duros. Y todo el whisky que quería" "¿Y nunca te pillaron?" "¡Que va, hombre! Los tíos cuando están con una chorba se vuelven gilipollas. Al revés, encima me daban propinas".

Estaba exultante. Ya había preparado el terreno para las grandes confidencias. "Me lié con una de las que trabajaban allí. ¡Qué mujer! La tenía a capricho..." Se interrumpió , pero como no hice comentario alguno, prosiguió: "Muchos días alquilaba un taxi y la llevaba a Burgos y volvíamos antes de que ella entrase a trabajar" "¿Y a qué ibais a Burgos?" "Porque a ella le gustaban las chuletas. Las chuletas de Burgos son las mejores"

La originalidad de lo de las chuletas me dejó descolocado. Necesité reflexionar sobre el asunto para volver a ubicarme. Le oía, pero no le escuchaba. El seguía con su cronicón, bebiendo y fumando sin parar, ajeno a la atención que se le prestase. Un inesperado aumento de la intensidad intimista me devolvió al relato: "Le dije que le llevaba a juicio. Con todo lo que yo sé, le hundo. A mí no me..." Sin duda estábamos en otro tercio. "Con el finiquito, la indemnización y todo lo demás, me dieron más de ochocientas mil pesetas. De las de entonces. Me vine a vivir a Santander. "¿Y la de las chuletas de Burgos?", le interrumpí. "La dejé. La llevé un día a casa y riñó con mi madre. La tenía muy mal acostumbrada. Pero en Santander..." "¿Vives con tu madre?", le volví a cortar. "Sí. Pero vive con un tío... me llevo mal con él. Un día le voy a rajar. Pero en Santander -volvió a lo suyo- con toda aquella pasta..." "¿Compraste la casa de Cueto?" "No. Eso fue mucho después", dijo un tanto rudamente, como molesto por mis interrupciones. Prosiguió: "Me fui a la calle San Pedro y le dije a una chavala que tú no veas... : tú lo dejas todo y sólo para mí". "¿Te costaría un pastón?" "Le daba cinco mil al día y todo pagado." "¡Jo! A ese paso en pocos días te arruinaste." "¡Qué va! Al cabo de una semana la dejé. Tenía un chulo."

Ya habíamos pasado Palencia y se acercaba el fin de mi viaje. Hice ademán de despedirme, pero el había cogido carrerilla y no podía parar. "Lo del piso fue un chollo de un amigo de mi madre que palmó. Este fin de semana nos hemos juntado dieciocho a dormir. Yo ya les he dicho: lo que queráis pero en mi casa que no se tumbe nadie. Bueno a mi sobrino le dejo dormir conmigo -una risita-. Tiene catorce años."

Le dije adiós y me largué porque ya estábamos entrando en Valladolid y todavía tenía que ir al vagón a recoger mi equipaje. ¿Qué habría querido decir con eso de que en mi casa que no se tumbe nadie? Me dio para un rato de conjeturas.


lunes 18 de febrero de 2008

Hemipléjicos morales




"Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de hemiplejía moral". Bien, a la vista está que el que escribió esto es un fascista. Para empezar, va y dice, "el hombre", como si no hubiese también mujeres y hermafroditas. Zapatero, que es como il faut, a buen seguro que hubiese dicho: hombres y, por supuesto, mujeres. Y, si se lo sugiere alguno de sus consejeros aúlicos, muy pronto añadirá: y aunque sean pocos, también, no faltaría más, las hermafroditas y los hermafroditos. En fin, perdonen mi desvarío.

Así que, como les decía, y he demostrado, la frase está escrita por un fascista, Ortega y Gasset concretamente. Sí, sí, cualquiera que haya vivido en Cataluña sabe que Ortega era un fascista. Y, sin necesidad de ir a Cataluña, con sólo haber frecuentado los ambientes intelectuales guay de cualquier ciudad de provincias ya lo sabrías de sobra. Y es que, le manda carayo querer medir por el mismo rasero a unos y otros. Y sobre todo por el rasero moral.


Observen la cara y el aspecto de Iñaqui Gabilondo. Hagan lo mismo después con Federico Jiménez Losantos. ¿Es que no se notan las diferencias? Porque la cara es el espejo del alma. Y el alma sólo es de Dios. ¡Vaya! Otra vez que me he ido por los cerros...

Pues sí, como es sabido ya hasta por el último de la clase, las políticas económicas de las diferentes opciones políticas a tener en cuenta se parecen entre sí como dos gotas de agua. Y si alguno se desvía, sólo que sea un pelo, por la cosa del populismo, tiene asegurado el batacazo a más corto que medio plazo. El mundo de hoy no da para más en ese aspecto. Y al que no se lo crea, ahí están chinos, indios y demás currelas, para demostrárselo a golpe de deslocalización.

Así que, qué nos queda para no caer todos revueltos en el mismo saco. Pues eso, hombre, y mujer, el espejo del alma que sólo es de Dios. Ya saben, el alma, Dios, todo eso que tiene que ver con la moral, los valores, los principios, en fin. Y no hay más cera. Ser más bueno. Amar más la paz. Dar más a los pobres. Repartir mejor, en definitiva.

Y así va la campaña. Nada de habilidades gestoras, propuestas arriesgadas, compromisos ineludibles. Todo eso hace bostezar. Aquí de lo que se trata es de demostrar superioridad moral sobre el adversario convertido por necesidades de la programación en enemigo irreconciliable. Irreconciliable, por supuesto, por su abyección moral.

Total que, recurriendo a terminología deportiva, podríamos decir que la liga de las elecciones va de tal manera:

Friedrich Hayek - John Maynard Keynes: partido suspendido

Madre Teresa - Robin Hood: partido por jugar.

¡Jo! ¡Como pone las neuronas escuchar a los políticos en periodo electoral! Y mira que trato de evitarlos. Pero son como el olor o el ruido, que, por mucho que selles la casa, siempre quedan rendijas por donde se cuelan. Lo mejor sería irse. A Las Quimbambas


miércoles 20 de febrero de 2008

S´effrite


Una palabra curiosa. Effriter: desagregar algo progresivamente hasta reducirlo a polvo. O a migajas. ¿Y a qué viene esto ahora? Pues verán: resulta que anoche estaba sin saber que hacer y me puse a ver en la tele un debate sobre Bélgica y la incapacidad de sus ciudadanos para dotarse de un gobierno estable. Y, mientras escuchaba, una y otra vez me golpeaba la palabrita de marras: s´effrite la Belgique, s´effrite l´Europe y por supuesto la que más se effritaba en boca de todos los participantes era, cómo no, l´Espagne. Muy entretenido y pedagógico el debate de marras.

Al empezar, y supongo que para evitar posteriores descoloques y estériles verborreas, se puso el capítulo dedicado a Bélgica de la serie concebida et presentada por Jean-Christophe Victor, LE DESSOUS DES CARTES -no se la pierdan-. Bien, nada como saber de donde venimos para saber a donde nos precipitamos. Supongo que todo el mundo sabe aquí que Bélgica, como parte que es de los Países Bajos, perteneció a España. Pero bueno, eso es irse muy lejos. Vayamos al Imperio Napoleónico del que formaban parte por derecho de conquista los mentados Países Bajos. Napoleón, como todo lo que sube, sobre todo si es muy rápido, sucumbió estrepitosamente y, como consecuencia, Francia tuvo que aceptar las condiciones que le impusieron en el Tratado de Viena. En 1815 o así. Decidieron las potencias victoriosas que sería bueno poner un estado tampón entre Francia y Prusia y, por tal, volvieron a revivir los Países Bajos, es decir, Bélgica y Holanda unidas. Muy buena idea, sí, pero había un problema: la mitad norte era protestante y la mitad sur, católica. Así fue que la mitad sur, los católicos, al cabo de poco, hacia 1830 o así, decidieron que mejor solos que mal acompañados y formaron un estado independiente, la actual Bélgica. Pero, así y todo, continuaban las paradojas porque Bélgica estaba partida por dos en lo que hacía a la lengua de sus habitantes. La mitad sur, La Valonia, hablaban francés. La mitad norte, Flandes, el flamenco, o sea, más o menos lo mismo que los holandeses. Había pesado más la religión que la lengua a la hora de organizar la convivencia. ¿Curioso, no?

Total, que Bélgica tiró bastante bien hasta muy entrada la segunda mitad del siglo pasado. La Valonia francófona era la zona rica del país gracias a sus cuencas carboníferas y su industria metalúrgica pesada, entre otras cosas. Flandes, por su parte, era más bien de economía agrícola y pintaba poco en el conjunto. La lengua oficial era el francés y nadie que se sepa lo discutía mucho porque, además, la burguesía flamenca, como cualquier burguesía que se preciase de tal en el mundo, adoraba hablar francés. Pero, como nada es eterno, las cosas empezaron a cambiar hacia los años sesenta-setenta del siglo pasado. La industria minera y metalúrgica de la Valonia empezó a venirse abajo a la vez que en Flandes empezaba a florecer una industria manufacturera de calidad. Primera consecuencia: los flamencos empezaron con la cosa de la identidad y pidieron cambios constitucionales para dar más autonomía a las regiones. Y tuvieron lo que pedían. Siguieron bajando valones y subiendo flamencos. Y los flamencos pidieron más cambios y los tuvieron. Y así unas seis veces. Hasta que el Estado se quedó con lo mínimo: seguridad, política exterior y... seguridad social y empleo. La caja única y el seguro de desempleo, que decimos en España. Bien, pues la presente situación de desgobierno se debe a que los flamencos quieren otra reforma para dividir también la caja única y seguro de desempleo. Y por medio de todo, como no podría ser menos, el conflicto lingüístico atizado por los profesionales del río revuelto.

Lo de siempre, en fin, la región rica que piensa que sería más rica todavía si no tuviese sobre sus espaldas las cargas del vecino pobre. Y se quiere separar porque piensa que su riqueza de ahora es ya para siempre. Y busca excusas hasta debajo de las piedras para justificar su pretensión. Chequia y Eslovaquia se separaron y les va divinamente a las dos, decía uno que, claro está, olvidaba mencionar ciertas diferencias respecto a Bélgica como, por ejemplo, que Chequia y Eslovenia, cuando se separaron, partían de cero en prácticamente todo: no tenían nada que repartir. Luego un flamenco dijo que, claro, es que los valones votan siempre socialista y los flamencos demócrata-cristianos. ¡Qué antiguos todos!, pensé. Había también un representante de una pequeña minoría germanófona -unos sesenta mil habitantes- que hizo serias advertencias sobre las consecuencias del effritement que parece haberse apoderado de Europa. De todas formas, añadió, a nosotros nos da pena pero no saldríamos perdiendo: podemos formar un pequeño estado como tantos otros que hay por ahí o unirnos a Luxemburgo. Y ya, de paso, alguien apunto a que, a su vez, Valonia se podría unir a Francia y Flandes a Holanda. Y aquí no ha pasado nada y Santas Pascuas. Pero claro, habría que solucionar el problema de Bruselas, mayoritariamente francófona, enclavada en territorio flamenco y, por si eso no fuera bastante, capital administrativa de la Comunidad Europea.

Y muchas más cosas que se dijeron sobre la Catalogne y le Pais Vasque. Y sobre Escocia y La Padania de los cojones. En fin, que no merece la pena darle muchas vueltas a un asunto que, como el de la jodienda, no tiene enmienda porque el ser humano es como es y si hay algo que le fastidia sobremanera es pensar que está haciendo el primo, es decir, pagando más de lo que podría pagar si las cosas fuesen de otro modo, o sea, como proponen los políticos nacionalistas, es decir, los ricos con los ricos, los pobres con los pobres. Como tiene que ser.

Y digo yo, por qué no cogemos y agarramos a unos cuantos políticos nacionalistas, les pegamos una patada en el culo y les tiramos al mar. A lo mejor servía de escarmiento. Y dejábamos de effritarnos.

lunes 25 de febrero de 2008

Un dilema se presenta.

 




Un dilema que quisiera que alguien más esclarecido que yo en el asunto ese de la preservación del Patrimonio Histórico Nacional me resolviese. Porque es que, miren, no puedo evitarlo, veo que, al respecto, hay muchas y grandes contradicciones de las que, si no quitar el sueño, si hacen que acabes diciendo, cual mesías en boda, y a ti y mí que nos va en ello, mujer. U hombre.

Para empezar, pediría una definición lo más clara posible de lo que se considera patrimonio común de la nación, el pueblo o la humanidad. ¿Qué méritos históricos, arquitectónicos, paisajísticos o sentimentales, deben reunir para que se considere oportuno conservarlos tal cual están? Por que es que, la verdad, uno ve por ahí cosas que lo mismo, se diría, claman al cielo que mueven al desternille. Y eso por no hablar de esas legiones de ociosos encaramados a la condición de guardianes de las esencias que a la que ven mover una piedra se les desgarra el alma y van corriendo a pedir un estudio de impacto medioambiental o de lo que sea... que sí, que es una cosa que está muy bien, que alguien vele para evitar desmanes, pero, claro, quién no conoce unos cuantos abusos al respecto que nos han supuesto molestias sin fin, por no hablar de cuantiosos gastos superfluos que bien hubieran podido servir para, por ejemplo, y sin ir más lejos, echar una mano a los hijos de padres alzhéimicos, que a esos si que se la ha dado Dios con la bendición de S. Pedro





En fin. a lo que iba, que como suelo pasear por las orillas del Canal de Castilla no puedo evitar sentirme en ocasiones sorprendido por ciertas cosas que veo de, para mí, difícil entendimiento y peor aceptación. Aunque, claro, luego, pensándolo en frío, tenga que decirme que en la vida hay circunstancias y circunstancias, y cada uno tiene las suyas y obra en consecuencia si nadie viene a impedírselo. Porque, vamos a ver, ¿es el Canal de Castilla parte del Patrimonio Histórico Nacional? Es decir, algo que debiera ser conservado en las mejores condiciones y lo más fiel posible a como fue concebido. ¡Ardua cuestión!

Observen las fotografías que encabezan esta entrada. En dos de ellas se observa un puente sobre el canal con sus barandillas de piedra más o menos conservadas, pero en su sitio. En otras dos se ve que las piedras que eran barandillas han sido arrancadas y tiradas por ahí. Se supone que algún agricultor de por allí se compró un año un tractor un poco más grande y al comprobar que no podía pasar por el puente, en vez de dar un rodeo, optó, sin encomendarse a Dirección General alguna, por derribar las defensas del puente que, al fin y al cabo, para él, no pasaban de ser meros adornos. ¡Oye, tú, ni tan mal que ha quedao! Además, ¿a quién le importa? Pero es que no ven el estado de abandono en que se encuentra todo: las compuertas sustituidas por barreras de cemento; la fabrica de la luz en ruinas... en fin, ¡pelillos a la mar!

A mí, bueno, no sé que decir de todo esto. Comprendo a los agricultores. Nadie se molestó en enseñarles nada que no sea ir a derecho según sus inmediatos intereses. A las autoridades, por su parte, el Canal les importa un carajo porque, total, pa cuatro ecoturistas que vienen a verlo que no dejan un duro... ya me dirás tú qué "nichos de empleo" se pueden encontrar con tan tales mimbres. Y a mí, ya digo, me sorprenden ciertas cosas, pero, por otra parte, no me molesta que así sean porque lo que temo más que la peste es que se pongan a "santillanizar" esto y empiecen a acudir las mesnadas de mirones. Tendría que largarme con la música a otra parte. Otra vez más. Son ya demasiadas.


lunes 3 de marzo de 2008

Tomar partido

No se amohínen que ya queda poco. El lunes ya habrá pasado todo. Y de aquí a quince días, ya, ni lejano en el recuerdo. Ya saben, las elecciones, la exigencia de tomar una decisión. Tampoco pasa nada si uno pasa. Bueno, también eso es una decisión. ¿Zapatero? ¿Rajoy? ¡Qué duro me lo ponéis! Aunque, como hoy mismo escribe Irene Lozano -adoro a esa mujer- también hay otras opciones. No cita, pero es evidente que se está refiriendo al partido de Rosa Díaz. En fin, ya veremos, por que en principio a uno le tira la cosa del bipartidismo. Parece más funcional. Más moderno, en definitiva. Pero sería muy ardua tarea explicar el porqué. En cualquier caso, si he de ser sincero, se me da una higa todo esto. Estoy convencido de que mis intereses no se verán afectados en absoluto por el lado hacia donde se decante la victoria. En realidad, toda esta movida solo tiene interés para los militantes de los partidos que se juegan el montante de sus sueldos durante los próximos cuatro años. En fin, Pilarín, que tenemos que vivir con esto y mejor tomárselo con la debida prudente distancia y la no menos, casi obligatoria, deportividad.

El caso es que si he traído aquí lo de las elecciones no ha sido sino por lo que tienen de trance decisorio. Aunque sea de forma laxa obliga a tomar partido. Como tantas veces en la vida por los más diversos motivos. Ya saben, carne o pescado, mar o montaña. Y, si no optas, cascas como el
burro de Buridán. Es lo que tiene ser libre, que no todo son ventajas. Y por eso es, precisamente, que cuando más libre es el personal, más le pide a la autoridad competente que haga leyes que limiten un poco la capacidad de decidir. Porque decidir es pensar. Y pensar, abruma. Sobre todo teniendo en cuenta que no por mucho pensar se acierta más seguro. Luego, resulta que vas, te equivocas y encima tienes que cargar con la culpa. No, mejor que piensen ellos y allá cuidados.

Que piensen ellos y yo me lo apropio. Y lo defiendo con la misma pasión que si hubiese necesitado largas noches de insomnio para concluirlo. En resumen, que tomo partido y me parto el pecho si es preciso para defender del ataque de los impíos lo que no puede ser otra cosa que la verdad absoluta. Luego, si resulta que todo fue un bluf, a mí no me miren que todo salió de aquella pandilla de cacho cabrones. Yo siempre fui, y sigo, limpio.

Pero, ¡cagüen, tío!, que tu has tenido el inmenso privilegio de haber estudiado. Has debido memorizar la multitud casi infinita de piezas que constituyen un sistema complejo. Y luego has tratado de comprender como interactúan entre ellas. Y has comprobado lo escurridizo de su entendimiento y lo imposible de su previsibilidad. Pero es que, además, ya eres viejo y, por tanto, debes añadir a lo estudiado todo el peso de la experiencia de una larga vida. No me digas que no has aprendido que debajo de mala capa suele haber buen vividor. ¡Omnímoda paradoja! Victorias de hoy que son las derrotas de mañana y viceversa; héroes que parecen villanos; santos que son ateos.

No, ya digo, si no te va la vida en ello, mejor tomar la distancia debida -la distancia apolínea- y esperar a ver por donde amanece. Y si alguien te pide opinión, pues eso, por aquí tal y por allí cual, y ni blanco ni negro sino todo lo contrario. Aunque, desde aquí te lo advierto, si tal haces es difícil que te entiendan y probable que te quedes solo. Claro que ya sabes lo que dicen por ahí, que mejor solo...


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