domingo 25 de
abril de 2010
Juaristi
¿Saben por qué están siempre manifestandose? Los unos y los otros. Porque no saben ni quienes son ni de donde vienen. Ni saben quien es Job. Ni saben quien es Edipo. Ni Layo, ni Yocasta. Ni mucho menos Kafka. Esa es la pura verdad. Si lo supiesen entenderían... y no se manifestarían en manada.
Culpas
JON JUARISTI
Domingo , 25-04-10
ITALO Calvino escribió que en la modernidad todo el mundo es
culpable. De hecho, ya lo había insinuado tácitamente Kafka, que además subrayó
un elemento insólito de la culpabilidad moderna: nadie parece conocer
exactamente el motivo que le hace acreedor de castigo.
Nos encontramos ante una generalización aparentemente
absurda, pero difícil de refutar, porque cada vez somos menos conscientes de la
calidad moral de nuestros actos, y ello porque la modernidad cuestiona o niega
la idea tradicional de que consciencia y culpabilidad están íntimamente
ligadas, de modo que sin consciencia no hay acto moral o, dicho en términos
cristianos, sin voluntad no hay pecado. Un principio que estuvo en vigor
durante casi dos milenios.
No siempre fue así. La ética trágica no contemplaba en absoluto
la consciencia (ni la voluntad) como condición necesaria de la culpa. Edipo no
sabe que es hijo de Layo y de Yocasta, pero no por ignorarlo resulta inocente a
los ojos de Sófocles y del público ateniense (ni a los ojos propios, que
revienta por hacérsele insoportable la visión de sí mismo como parricida e
incestuoso). Pero la antedicha formulación cristiana no es traducción de
principio anterior alguno, sino más bien lo contrario. La necesidad de voluntad
consciente para la existencia de culpa (y consiguiente merecimiento de pena)
constituye una traslación jurídica de la subversión cristiana de la ética
antigua. El cristianismo, como supo ver Nietzsche, al relacionar el pecado con
la voluntad (y, por tanto, con la libertad de la persona) hizo imposible la
tragedia.
Por supuesto, esa relación de la libertad con la culpa
estaba ya en el judaísmo -muy claramente desde el libro de Job-, pero el
judaísmo no construyó una cultura con pretensiones de universalidad, de modo
que la secularización del judaísmo produjo formas de tragedia intraducibles. La
propia obra de Kafka, como Sultana Wahnón ha observado, puede ser conceptuada
como una tragedia de nuevo cuño, inseparable del judaísmo. Kafka repite los
alegatos de Job, pero en clave trágica; es decir, dirigiéndolos a un vacío
creado por el repliegue de Dios (la del Dios creador de la nada es, por cierto,
una idea central del pensamiento judío contemporáneo). Kafka fue un profeta
judío y su obra forma parte, digan lo que digan los rabinos, del corpus
canónico del judaísmo.
En las sociedades cristianas, por el contrario, el efecto
más notable de la secularización fue la socialización de la paranoia,
consecuencia de la universalización de la culpa a que se refería Italo Calvino.
Los paranoicos, como se sabe, exorcizan su angustia echando la culpa a los
demás. Como la conciencia de ser uno mismo culpable en un mundo sin Dios
conduce a reventarse los ojos, siguiendo el ejemplo de Edipo, hay que procurar
que la culpabilidad recaiga siempre en el otro. De ahí que el progresismo
plurimorfo suscite sin tregua figuras espectrales de la culpa ajena (la última,
la de la Iglesia «pedófila»), porque tiene que dividir el mundo entre inocentes
y culpables, víctimas y verdugos, o sea, ellos mismos y todos los demás. Tal
lógica binaria no es trágica, sino paranoica, maniquea y totalitaria. Agustín
de Hipona, que conocía muy bien a los maniqueos de su tiempo, advirtió de que
la cantidad de mal que uno puede causar está en proporción aritmética directa
al bien que cree poseer (o representar). Paranoia, convicción de inocencia y
ansia justiciera de erradicar el mal son, precisamente, los rasgos definitorios
del totalitarismo posmoderno en sus dos versiones más extendidas, la del
integrismo islámico y la de la izquierda buenista.
lunes 3 de
mayo de 2010
Permitan
ustedes que me despida.
Me escribe Santi desde Japón y me dice tal que esto:
" Bueno, lo que fue un hito para la humanidad fue el pobre atontolinao que murió en las cumbres del Himalaya mientras sus compañeros de cordada exigían a los sherpas lo que ellos no eran capaces de hacer: jugarse la vida por unos duros para mantener al pobre hombre con vida. Realmente patético el que se dé ninguna cobertura informativa a estas chorradas, como lo del J. Tomás y demás mandangas. Mientras tanto el país hecho una mierda porque quienes lo gobiernan son fulanos semianalfabetos (Zapatero, Pepiño, el Patxi y para de contar) y la chusma esperando a que venga el Mundial (de fútbol o de lo que sea), pidiendo sacrificios (al vecino), dando oídos a otros analfabetos (los sindicatos) o saliendo a la calle a tratar de ganar una guerra que se perdió hace no sé cuántos años o de volverla a ganar o de no dejársela arrebatar o vete tú a saber. Qué país de los güevos: tanto mogollón por unos jodíos güesos sin pararse a pensar cinco minutos en lo que importa, en que el superábit de la SS se va al carajo, en que la economía del país está hipotecada por una década gracias a la irresponsabilidad de unos políticos que nunca han predicado con el ejemplo, al cojonerismo de los alpinistas y los toreros. En fin."
Me voy al blog de Félix de Azúa y me encuentro con esto:
" Bueno, lo que fue un hito para la humanidad fue el pobre atontolinao que murió en las cumbres del Himalaya mientras sus compañeros de cordada exigían a los sherpas lo que ellos no eran capaces de hacer: jugarse la vida por unos duros para mantener al pobre hombre con vida. Realmente patético el que se dé ninguna cobertura informativa a estas chorradas, como lo del J. Tomás y demás mandangas. Mientras tanto el país hecho una mierda porque quienes lo gobiernan son fulanos semianalfabetos (Zapatero, Pepiño, el Patxi y para de contar) y la chusma esperando a que venga el Mundial (de fútbol o de lo que sea), pidiendo sacrificios (al vecino), dando oídos a otros analfabetos (los sindicatos) o saliendo a la calle a tratar de ganar una guerra que se perdió hace no sé cuántos años o de volverla a ganar o de no dejársela arrebatar o vete tú a saber. Qué país de los güevos: tanto mogollón por unos jodíos güesos sin pararse a pensar cinco minutos en lo que importa, en que el superábit de la SS se va al carajo, en que la economía del país está hipotecada por una década gracias a la irresponsabilidad de unos políticos que nunca han predicado con el ejemplo, al cojonerismo de los alpinistas y los toreros. En fin."
Me voy al blog de Félix de Azúa y me encuentro con esto:
Han sido tres años y medio, si no me descuento,
los que he pasado junto a mis estimados lectores de El Periódico de Cataluña.
Tras un repaso a las viejas columnas, me he percatado de lo mucho que ha
cambiado, no sólo el país, sino el aire social que respiramos en común. Hace
cuatro años la amenaza de ruina era tan sólo eso, una amenaza, de manera que el
presidente Zapatero se podía permitir, con su habitual desenvoltura, acusar de antipatriotas a quienes hablaban de crisis
económica. Esa fue la expresión que empleó. Tres años más tarde la ruina es
absoluta y a día de hoy los más optimistas hablan de "recuperación"
dentro de seis años. Seis años de política española son un siglo. Del actual
elenco dramático, Zapatero, Rajoy,
Montilla, Carod, no quedará nadie. Las
quiebras traen cambios lentos, pero inevitables. El cuadro de actores que nos
representa es de escasa calidad y será sustituido, quizás por chulos tipo Chavez, pero con un poco de suerte por gente
sensata, esos técnicos que tanta falta hacen y que han sido despreciados por
políticos ebrios de ideología. No hay nada peor que un político cargado de
ideología y sin educación.
La ruina ha
ido oscureciendo la vida en común hasta el punto de que la próxima campaña
electoral está derivando nada menos que en un simulacro de guerra civil. De un
lado los insensatos que usurpan el nombre del socialismo, del otro los
corruptos que dicen ser populares. Ambos puro monigote, títeres sin cabeza, una
densa necedad que pagaremos muy caro. En el caso catalán las cosas son aún
peores y no merece la pena ni mencionarlas. Bastaba con leer los titulares de
la prensa catalana tras la consulta independentista. No soy adulador, pero debo
decir que el único diario que tituló con respeto de la verdad ("Pinchazo soberanista", decía) fue éste en el que
escribo. Todos los demás mentían de un modo tan estúpido que uno se daba cuenta
de que los editores consideran a sus lectores unos perfectos idiotas.El estropicio es ya casi insalvable. Como he dicho otras veces, la deriva de España hacia el modelo italiano se acelera. En Italia votar es obligatorio y no se nota el hartazgo de los civiles, pero aquí falta ya muy poco para que la abstención iguale al número de votantes. Da lo mismo, porque los políticos seguirán llenándose la boca con palabras que nunca han entendido como "democracia", "nación" o "libertad". Y no las han entendido porque nuestra clase política no es demócrata. No tiene ni la menor idea de qué quiere decir "democracia". Por eso no respetan a los partidos adversos sino que se empeñan en triturarlos y no creen estar en el poder para resolver los problemas de la gente sino para creárselos porque así lo exige la Causa. Sólo trabajan para su propio partido, como los empleados japoneses trabajaban para su empresa y la yakuza asociada. Así le ha ido al Japón.
El deterioro es supino. Ver cómo Montilla, un gris escalador de la burocracia de partido, condecora a los fiscales que calumnian a sus propios colegas de tribunales superiores es una imagen que remite a los tiempos de Franco cuando la lealtad al Régimen era lo único que contaba. Porque la desdicha es que este país ha regresado a su ser ancestral. La ruina económica nos está devolviendo al lugar de siempre en el tercer mundo. La ruina moral nos devuelve al escenario de toda la vida, el esperpento, la pornografía política, la canallada.
El sueño ha durado unos años, digamos que de 1982 a más o menos el cambio de siglo. Durante veinte años parecía que España podía convertirse en un país europeo. La gente olvidó los delirios señoritiles del desprecio al trabajo y, con la excepción de los liberados sindicales, comenzó a tomarse en serio la vida. De pronto ya no daba vergüenza trabajar e incluso querer trabajar más horas o más días. Los fondos europeos y una ola de optimismo que ilusionó a los españoles lograron un despegue prodigioso, mientras en el terreno político, con jefes de gobierno adultos como Suárez, González o Aznar, los adversarios no eran enemigos. La oposición podía ser dura, pero no era una chusma despreciable. La diversidad de ideas y opiniones, como en Europa, mantenía viva la libertad. En la actualidad la libertad es una excusa para sacar las navajas.
Este ambiente tabernario, que a mi modo de ver repugna a casi todo el mundo menos a los partidos políticos y a aquellos que viven de sus privilegios y subvenciones, tiene aspecto de ser duradero. No me imagino yo a los actuales padres de la patria preocupándose por los votantes, esos parias que han venido al mundo para pagar sus sueldos, viajes, negocios, comidas, amantes, coches, parientes, sobornos y trajes.
En estas circunstancias, la verdad, es inútil tratar de influir en la vida pública, así que me voy a los cuarteles de invierno a ver si logro hacer algo de provecho. Mil gracias por su atención y por su amabilidad."
Bien, pues lo mismo Santi que Félix siempre han sido para mí dos referencias sin resquicios. Y ahora, qué quieren que haga, ¿seguir o no seguir? Me parece que lo más razonable va a ser imitar a Félix, o sea, retirarse a los cuarteles a ver si hago algo de provecho. Estudiar matemáticas, por ejemplo. Quién sabe, a lo mejor dentro de poco me sirven para ganarme la vida. Porque confiar en las pensiones...
9 de diciembre de 2010
Facts
Hace días que ando un tanto inquieto. No sé si será porque estoy leyendo "La carte et le territoire" que, como supongo sabrán, es la última novela de Houellebecq. Pero no creo. Más bien parece tratarse de una inquietud ligada a la sensación de estancamiento. Es decir, demasiado tiempo haciendo lo mismo en el mismo sitio sin apreciar beneficios, siquiera espirituales, que de los otros ni lo sueño. Y para colmo, como diría el chino, "los pelos del Culo no me dejan dolmir". Y luego, los del almacén de cereales que tengo a unos doscientos metros al suroeste se han comprado una máquina de esas que cada vez que da marcha atrás emite un pitido de alta frecuencia que me saca de mis casillas. En fin, es lo que tiene andar inquieto, que te distrae hasta el zumbido de una mosca.
Así es que me he dicho, oye, por qué no resucitas "Las casas del Canal"; mal no te puede hacer y a lo mejor te ayuda a sosegarte. Porque, además, las aguas bajan revueltas y escribir, dicen, hace músculo mental, lo cual, a qué engañarse, es el mejor antídoto contra la tentación de nadar a favor de la corriente. De la corriente que más a mano se tiene, quiero decir.
Concluyendo, que aquí estoy dispuesto a dar la batalla de las ideas... aún a sabiendas de que lo más probable es que, salvo un par o tres de incorregibles, nadie osará descender para medirse conmigo.
Por fin una buena noticia.
Por fin una buena noticia: la policía de New York le ha
zurrado bien zurrada la badana a una propietaria de perrito que pretendía con
artimañas zafarse de su obligación de recoger la caquita de su perro.
Es tanta la turbación de placer que mora en mí por tan excelsa noticia que no puedo expresar todo el gozo que poseo. Se dan cuenta, por primera vez una respuesta proporcionada a la maldad intrínseca de un acto asqueroso donde los haya. Es, en fin, como si se hubiese hecho un poco de justicia por todo el desagrado infligido a los pacíficos viandantes que pisaron una cagada cuando menos lo esperaban.
Bueno, para ser exacto, yo hubiera preferido que en vez de zurrarle se la hubiesen hecho comer. Me parece como más ecológico. ¡Por Dios bendito, Señora, si su perrito sólo caga néctar y ambrosía con un toque de algalia! ¿Por qué nos iba a molestar, entonces que su perrito cague en la calle? Sabemos que usted correrá a comérselo como si de la mejor "ración o cazuelita" se tratase. Mientras esté calentita.
New York, New York. La capital del mundo. A seis horas de low cost. A siglos de civilización.
Sostiene Houellebecq
Sostiene Houellebecq que "là-bas, quand même, elles sucent sans capote, ça c´est bien...". Là-bas, para quien no lo sepa, es Tailandia. Es decir, un país donde la noche y el día se reparten el tiempo, mitad y mitad, de seis a seis, a todo lo largo del año.
Pero no es de eso de lo que trata "La carte et le teritoire". Es, más bien de la vida, pero la vida por arriba. Por esos lares donde corre la cocaína, las botellas de 400€, los retratos a millón de euros y, ¡cómo no!, las chicas que te caes de culo. Un mundo, en fin, que todos sospechamos que existe, pero sin tener ni idea de cómo es. Bueno, el que quiera saber más que la lea.
El caso es que pensando en lo leído y confrontándolo con la candente realidad no he podido por menos que hacerme algunas preguntas. Bueno, por no aburrir, una sola pregunta. ¿Por qué nuestras queridas autoridades someten a la tortura de los controles antidoping a los deportistas y, luego, callan, e incluso aplauden por lo bajo, todo ese consumo desaforado de sustancias estimulantes por parte del mundo de la cultura y el espectáculo? Y más teniendo en cuenta que han sido precisamente esos escritores y entertainers los principales impulsores de la moda, por así decirlo, drogadictiva.
18 de
diciembre de 2010
ASKLEPIOS, EL ÚLTIMO GRIEGO
Cierto Diomedes, de Esmirna, a quien conocí viejo, ya en la Era Cristiana, decía así: "cuando el mundo no parezca nuevo, extenso ni profundo y misterioso, morirá el Espíritu del Primer Día de las Cosas y, por tanto, Grecia. Vivir entonces será pesadilla."
Sacado de "ASKLEPIOS, EL ÚLTIMO GRIEGO". Un libro de Miguel Espinosa que me permito recomendar a los que gustan gozar con el esfuerzo intelectual. Miguel Espinosa, un marciano de las letras españolas de la segunda mitad del XX. El hombre se dedicaba a los negocios de exportación e importación, y en los ratos libres escribía. Como no le gustaba viajar tenía bastantes ratos libres y por eso dejó una obra más que interesante. Y poco conocida también, salvo en ciertos ambientes refinados cual era aquella Salamanca clasicista y finisecular. Allí, se le rendía culto porque eran muchos los que, como Miguel, habían llegado a la conclusión, entre otras cosas, de que la actual burguesía es fea a más no poder. También, perdón, les recomiendo, aunque no tanto como ASKLEPIOS, "La fea burguesía". Seguro que les dará unas cuantas pistas inéditas sobre lo que somos y en qué mundo vivimos.
En fin, a lo que iba, que si muere Grecia, muere el niño y, entonces, apaga y vámonos. Sin curiosidad y admiración, sólo queda el rencor y las ganas de hacer daño. Cada cual según su particular forma de entender la excelencia.
25 de
diciembre de 2010
No pasa na!
Primero se cayó el muro. Bueno,
fue porque los arquitectos no se habían ceñido a la teoría. Porque la teoría,
tío, era la correcta. Después vino la crisis financiera. Y dijeron que la culpa
era de los mercados, de los banqueros, de los especuladores.... pero nunca,
claro está, de las políticas socialdemócratas de todos los partidos
gobernantes, consistentes, más que nada, en tirar el pedo más alto que el culo.
O sea, en gastar sin medida para dar por el gusto a la chusma y así
garantizarse la reelección. Políticas sociales lo llamaron, y en realidad eran
políticas suicidas. No por nada, sino porque al garantizar a la ciudadanía de
por vida todo lo fundamental le yugulaba el impulso de lucha y superación. Al
final, en vez de ciudadanos lo que hay son súbditos. Eso sí, súbditos con
segunda vivienda y todoterreno. Y, ahora, viene Gabilondo y para despedirse nos
larga un ditirámbico pleonasmo, si es que así puede decirse. Vaya donde vaya,
dice, seguiré con mi crítica honesta. Venga tío, te vas no porque nadie te haya
echado si no porque con tu "honesta crítica" has hundido el
chiringuito. Ya sabes, la necesidad aguza la inteligencia de la gente y,
entonces, va y piensa, oye, este pavo vive exactamente igual, o mejor, que esos
que según él son los responsables de nuestros actuales desvelos.
No cuadran las cuentas, vive como dios y piensa como los
parias. ¡No se puede estar en todo, no señor!
En fin, "sostenella y no enmendalla". La marca de la casa de la izquierda... y de la derecha me temo. Izquierda, derecha, quiero recordarles, dos de entre las infinitas maneras que tiene el ser humano de ser un perfecto imbécil. Hemiplejía moral, le dicen a eso. Con lo fácil que es acomodarse a gastar un poco menos de lo que se gana y así ahorrar por si vienen días difíciles... que, malheureusement, siempre acaban por llegar.
En fin, "sostenella y no enmendalla". La marca de la casa de la izquierda... y de la derecha me temo. Izquierda, derecha, quiero recordarles, dos de entre las infinitas maneras que tiene el ser humano de ser un perfecto imbécil. Hemiplejía moral, le dicen a eso. Con lo fácil que es acomodarse a gastar un poco menos de lo que se gana y así ahorrar por si vienen días difíciles... que, malheureusement, siempre acaban por llegar.
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