martes, 12 de enero de 2016

domingo 18 de octubre de 2009

Totem

 

El caso es que él, El Roblón, está ahí. Permanece. Una incógnita indescifrable. A su alrededor un hermoso bosque de robles albares, hayas, algún acebo, espinos o majuetos como le dicen por aquí, endrinos, un solitario serval de cazador reventón de frutos rojos a la orilla del camino... todos sanos, robustos, en plena juventud. Pero es a El Roblón al que quiere ver la gente. Y allí acude en peregrinación por senderos empinados y umbríos. Un a modo de santuario pagano. Le han colocado una pasarela alrededor. A una prudente distancia. Para que se le pueda admirar desde todos los ángulos. O rezarle. Pedirle gracias. Y parece que todavía no han empezado a tirarle monedas ni a ponerle velas como suele suceder en otros lugares sagrados. Supongo que será porque los devotos de esta religión son más serios. La religión del vive y deja vivir.

 







Ya digo, una incógnita indescifrable. ¿Por qué él y no otros? ¿Como se salvó de la quema, del rayo, del hacha que no cesa? Un misterio. Quizá la bellota que le dio el ser fue bañada en la sangre de un dragón. O la trajo Hércules del Jardín de las Hespérides cuando fue allí por motivos que no vienen ahora al caso. O, más sencillo, la simple y pura casualidad. Por el querer de los dioses...

Permanecer, durar, una extraña manera de alcanzar la divinidad.


martes 27 de octubre de 2009

Corrupción, lucha por el poder y todas esas cosas.


Creo que se le da demasiada importancia a ciertas cosas, no por nada sino por considerarlas la quintaesencia de lo más despreciable de la condición humana que, como todo el mundo sabe, se caracteriza sobre todo por su acendrado altruismo. La gente, la que puede y quiere, se corrompe y acumula capital y poder. ¿Y qué? ¿Le sirve eso de algo, o mucho, para acrecentar sus cuotas de felicidad? ¿Es eso radicalmente pernicioso para el resto de la humanidad? Pues, si quisieran mi opinión, les diría que ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario. En realidad debiéramos estar agradecidos -no sé si mucho o poco- a esa considerada como gentuza porque su función dentro de la estructura es más bien de carácter beneficioso y, eso, por lo general, a costa de grandes sufrimientos por su parte.

Sabido es de antiguo que cuando una persona ha adquirido con su trabajo los mínimos indispensables para no pasar hambre y estar caliente en casa, todo lo de más que añada a su patrimonio pecuniario contribuye en muy pequeña medida, por no decir nada, a acrecentar su bienestar espiritual... que en definitiva es el que cuenta. Y ya saben lo que, por lo general, hay que sufrir para hacerse rico en pesetas. Todo el día besando culos, ganándose el desprecio de los puros, comiendo sin ganas y en pésimas compañías y durmiendo peor... un sin fin de sevicias. Unos verdaderos mártires de la causa capitalista, esa bendición para los que sabemos renunciar cuando queremos a lo que queremos.

Por otra parte, hasta los que menos saben de teoría económica reconocen que si el capital no se acumula en pocas manos no hay forma de echar a andar el desarrollo político y social. Sin acumulación no hay inversión digna de tal nombre. Sin inversión no hay fábricas y la gente está todo el día por la calle pensando en cómo matar al vecino que es el que realmente le molesta. ¿Y qué mejor forma de acumular capital que con la corrupción? La corrupción es un trabajo cuyo valor añadido es el riesgo. El corrupto se la juega a cambio de ingentes beneficios. Bueno, todos hemos visto El Padrino. El I, el II y el III. Primero se hace uno rico matando a quien haga falta y luego se invierte lo ganado en empresas decentes. Incluso en obras de caridad. Y así y no de otra manera se construye la grandeza de las naciones.

Y luego, encima, por si todo ello no fuese suficiente para que les estuviésemos eternamente agradecidos, esta lo que les deben los medios de comunicación y, de rebote, nosotros. Los medios porque encuentran pasto fácil para sus lectores. Y los lectores porque ese pasto les encanta. Les autoafirma en su propia bondad y les da la clave de sus desventuras. ¡Esos Gürtel...! ¡Esas Aguirre o la cólera de Dios!

 jueves 29 de octubre de 2009

200


Con ésta ya van doscientas entradas, o post, o como quiera que se diga a dejar constancia de lo que uno piensa sobre los más variados temas. Por así decirlo, doscientas veces que me he desnudado en público. Aunque, debo añadir, muy pocas han sido las personas que se han dignado echar una ojeada a mis encantos. Y, ya saben que a buen entendedor...

Es lo que tiene esto de Internet. Las tinieblas de la red que dijo alguien. Tu vas y echas ahí tu cagadita y es como la aguja en el pajar. Tiene que ser altamente radiactiva para que sea detectada y puesta al descubierto. De lo contrario, ahí se pudre sin mayores consecuencias que las derivadas del agotamiento de la paciencia del puñado de lectores que me siguen más que nada por el afecto que me tienen y, acaso, también, espero, por un punto de curiosidad hacia mi indisimulada afición a hacerme el original. Les estoy agradecido. Y más a los que me han replicado alguna vez. Porque no conviene engañarse, esta empresa se emprende con la ilusión de que los lectores comenten tu comentario y, así, quizá, se pudiera llegar a establecer un foro de opinión... pero, ya digo, para eso hay que tener poder de irradiación y, eso, ¡ay!, no está al alcance de cualquiera.

En cualquier caso, confieso, me lean o no me lean, comenten o no comenten, de momento pienso seguir con mi manía de ir depositando en este rincón una parte de mis pensamientos. No por nada sino porque, como dije cuando mi presentación en sociedad, una de dos, o te sale un nuevo caso o te inyectas una solución de cocaína al 5%. Recuerden, como Holmes. Ocuparse dando forma más o menos literaria a una idea que te ronda con insistencia es un bello pasatiempo. E inmejorable terapia contra los más diversos males de la mente.

Gracias.


martes 3 de noviembre de 2009

Una humilde proposición



Palencia es una ciudad para quedarse. Sólo hay que darse una vuelta por allí para caer en la cuenta. Es apacible. Tiene unos magníficos parques. La gente se enrolla cualquiera que sea el motivo. Su Calle Mayor, toda porticada, es una joya de punta a cabo. Y un largo etcétera.

El caso es que el otro día, domingo por la mañana, la estábamos recorriendo en bicicleta. Por su límite noreste, una calle en cuesta nos llevó al otero sobre el que reina un Sagrado Corazón. Una escultura gigantesca de Victorio Macho. Subimos hasta arriba con esfuerzo. Unas veces a pie y otras pedaleando. Siempre jadeando. Hiperventilando... y quizá debido a ello, a la alcalosis subsecuente, fue que tuve una visión. El corazón del Cristo había sido sustituido por un cerebro, el de Einstein en concreto, y el Cristo resignado esclamaba un OK de aceptación.

No sé, me dije, pero a la vista del resultado que nos ha dado tanto culto al corazón, a lo mejor, si cambiásemos por otra víscera, el cerebro, por ejemplo... bueno, en cualquier caso, por probar no perderíamos nada.

lunes 9 de noviembre de 2009

La doctrina de los ciclos

Dice Tácito a propósito de quienes cometen ciertos delitos, no muy significativos por cierto: "... lo pagaba luego con la vida; remedio que calificó la experiencia por mas saludable y mejor que la piedad y misericordia."


Por otra parte Nietzsche asegura: "A medida que su poder se acrecienta, una comunidad deja de conceder tanta importancia a las infracciones de los individuos, pues ya no le parecen peligrosas y tan subversivas para la existencia del conjunto social como antes: el malhechor ya no es exiliado y "proscrito", la cólera ya no puede descargarse sobre él con tanto desenfreno como antes -sino que a partir de ahora el malhechor es defendido cuidadosamente contra esa cólera, y se le protege, especialmente, de los principalmente perjudicados. ... No sería impensable una sociedad que hubiese alcanzado una conciencia de poder tal que pudiese permitirse el lujo supremo de dejar impune a quien le ha dañado. ((¿Qué me importan en suma mis parásitos?, podría decirse entonces, ¡Que vivan y prosperen; soy todavía lo bastante fuerte para no inquietarme por ello!))... La justicia que comenzó declarando que "todo es pagable, todo tiene que ser pagado", acaba, como toda cosa excelente en esta tierra, destruyéndose a si misma. Esta autodestrucción de la justicia, sabido es con qué hermoso nombre se la denomina: gracia; ésta continua siendo, como ya se entiende de por sí, el privilegio de los más poderosos, mejor aún, su "mas allá" de la justicia."

Hoy, leo que en Irán están pensando en volver a cortar las manos a los que tienen afición por lo ajeno. Alguien deja su comentario: "si hiciesen eso en España, todos los políticos, mancos."

En cualquier caso, es inevitable: tarde o temprano, siempre se vuelve a por donde se empezó.

martes 10 de noviembre de 2009

The Wall


Llevan unos cuantos días dando la torrada con lo de la caída del Muro hace ahora veinte años. Siempre me he preguntado por qué será que a la gente le gusta tanto las celebraciones. Antaño, me lo puedo explicar porque la cotidianidad era un asco y las escasas excusas para amenizarla había que agarrarlas al vuelo. Pero es que hoy día es tal la proliferación de efemérides que no hemos acabado de soportar una cuando ya se nos está cayendo encima la próxima. Supongo que algo tendrá que ver en ello la necesidad de dar trabajo a todas esas empresas que se dedican a montar y desmontar carpas y tribunas, amén de lo que de rebote le cae al sindicato de hostelería, alma que es, en definitiva, de todas las salsas ponzoñosas que se cuecen por doquier.

El caso es que lo celebran, y los primeros espadas tienen una tres jolie ocasión para lucirse ante los micrófonos soltando cuatro generalizaciones de las que gusta escuchar la plebe. Así, en plan "Para hacer una Muralla" que cantaban los majísimos Ana y Víctor Manuel. Porque, conviene recordarlo, hay personas a las que les encanta construir murallas por pura deportividad. Otras, por hijoputez. O para que no se te escape el rebaño. O para que no entren los lobos. Que no todas son iguales ni por las mismas causas.

Sí, hay multitud de motivos por los que conviene construir una muralla. Y no siempre son confesables... por muchos lazos rosas que pongas a los argumentos. Así que, cuando por fin cede la presión y el artefacto está de más, conviene limitarse a organizar tour operator para que los turistas vengan a llevarse un trocito de las ruinas de la representación del mal, cual es el caso de Berlín. O, caso de Avila, a contemplar su belleza mientras engulles yemas de Santa Teresa.

El Muro de Berlín. Treinta, cuarenta años amargando la vida de los alemanes. En lógica del Padre Astete, el tiempo de una penitencia por los pecados cometidos. Zapatero ha comparado su caída con el fin del franquismo. Bueno, sí, todas las cosas tienen un cierto parecido según cómo las observes. Y en este caso concreto, si lo consideras por el lado del levantamiento de la pena una vez purgada, pues sí. Porque ni el Muro ni Franco, cayeron del cielo. Ambos fueron la consecuencia de ciertas aficiones a jugar con fuego que de vez en cuando les entran a los más imbéciles del lugar. Y no hay enmienda para esa jodienda, que tan pronto cura una ya hay otra en danza. Si no me creen, visiten, por ejemplo, La Vanguardia y lean los comentarios que va dejando la gente a los diferentes artículos de opinión y noticias varias. Esa es la forma de construir un muro. Claro que antes de que el muro esté concluido, a veces hay que gastar muchos metros de senyera para envolver a los hijos de la patria que vuelven a casa derrotados.

En fin, perdonen la perorata, pero es que algo tenía que hacer para aliviarme la overdose de "murina" que me inyectan cada tarde cuando enciendo el aparato.

jueves 12 de noviembre de 2009

The Wall II


No se habían apagado todavía los ecos de los besos y abrazos bajo la Puerta de Brandeburgo y ya estaban de nuevo con lo mismo bajo el Arco de Triunfo. Ni veinticuatro horas para tomar aliento. Nicolás y Ángela deberían hacerlo del todo de cara al pueblo, como dicen que se masturbaba Diógenes. Por cierto, hablando de masturbaciones, dicen que la Junta de Extremadura ha organizado "un taller" -14000 € del ala- para que los jóvenes de entre catorce y dieciséis años aprendan a masturbarse. Cosas veredes... pero ese es otro tema sobre el que no creo merezca la pena demorarse. Así que volvamos a lo nuestro.

En Berlín conmemoraban la derrota sin paliativos del comunismo, esa ideología que, según como se mire, tanto se parece a la del "Sagrado Corazón en vos confío" . To er mundo es güeno y cosas así. No funcionó y dejó un rastro de sufrimiento en el mundo como pocas veces se ha visto. Bien, ya lleva enterrada veinte años y los brotes afines que por ahí afloran son más comedia que otra cosa. Y eso, por más que al que Dios se la da se le suele helar la sonrisa. Venezuela, Cuba, Corea...

Veinticuatro horas después, en París, era la Gran Guerra la sacada a colación. La Gran Guerra de la que todavía no se saben muy bien los motivos que la desencadenaron. Que si mataron a Francisco Fernando en Sarajevo. Que si hundieron el Lusitania. Total, lo de siempre, el afán de dominio de los unos y los otros. Demasiadas fábricas para tan pocos consumidores. Cosas así.
El caso es que pocas guerras quedan tan bien en el cine como esa. En blanco y negro. Trincheras, barro, humo, cráteres, alambradas, los árboles convertidos en tizones y cadáveres encapotados esparcidos por doquier. Nunca los pacifistas encontraron tan apropiadas imágenes para defender sus tesis.

Ahora voy al grano de la cuestión. Me sorprendió lo de París y les voy a decir el porqué. Era la primera vez que un canciller alemán acudía a la conmemoración que cada año hacen los franceses con toda solemnidad en el lugar más emblemático de la patria, La Place de l´Etoile, bajo el Arc de Triumph. Y es que no es para menos, que nunca la palmaron tantos compatriotas en una guerra. El caso es que después de las salvas e himnos de rigor vino el tiempo de los discursos. Abrió turno Sarko que, como era de esperar y entre San vito y San Vito, soltó los tópicos al uso sobre lo malos amigos que eramos entonces y lo buenos que lo somos ahora. Y llegó el turno de Ángela y ahí es donde me quedé gratamente sorprendido. No por nada, si no porque escuché lo que uno nunca espera ver salir de la boca de un mandatario. Y lo que dijo fue que cómo lamentaba y sentía y pedía perdón en la medida de lo posible por ello, por todo lo que los alemanes habían hecho padecer a los franceses. No recuerdo las palabras exactas, pero sí que sonó a una asunción de la culpa con la consiguiente pedida de perdón. ¡Qué bonito y qué interesante! ¡Asumir la propia culpa! Yo he sido malo. Estuve equivocado. ¿Será éste el anuncio de una nueva forma de relacionarse las diferentes aldeas del mundo? Quisiera creerlo.

martes 17 de noviembre de 2009

Es lo que tiene la red


Es lo que tiene la Red, que debe ponernos, más si cabe, en guardia contra todo tipo de informaciones. Como Santo Tomás, que hasta que no metía el dedo en la llaga se negaba a hablar de la herida. Porque la Red se ha convertido en el campo de batalla de todas las guerras que se libran. Y la sofisticación del armamento que ahí se emplea hace que no siempre sea fácil detectarlo incluso por los más avezados en esas lides.
Circula por ahí un power point que pone en contraste el superdigitalizado transporte escolar japonés con el que muestra la foto. "Transporte Escolar Bolivariano" "Patria, Socialismo o Muerte. Con Chávez sí se puede" Cuesta creer que en Venezuela lleven así a los niños a la escuela. Seguramente es un trucaje realizado por algún opositor al régimen chaviano. El origen de la foto es, lo más probable, la India o aledaños. Escribir en el lateral la leyenda que denigra es cosa de niños. En cualquier caso, a mi modesto juicio, la metáfora, si es que lo es, que creo que sí, tiene su gracia. Y sin duda efectividad.

¿Porque, qué está pasando realmente en Venezuela? ¿Van las cosas mejor con Chávez? Hay opiniones encontradas. Si lees el ABC, no cabe la menor duda: aquello es un desastre. Si lees El País, pues hay de todo. Para bien y para mal. Habría que ir y ver. Aunque sabiendo que el modelo a seguir es el cubano nos podemos temer lo peor. Siempre y cuando, claro está, no seas uno de esos turistas desinteresados que lo único que quiere es que "li saquin toda la lichi". Entonces sí, que para eso, según dicen, allí se las pintan solos. O, mejor dicho, solas. El Caribe, la tierra del "devórame otra vez".

miércoles 18 de noviembre de 2009

Los piratas pirateados.


Menuda semanita nos han dado con el asunto ese de los a mi juicio incorrectamente denominados piratas somalíes. Y los putos ikurriños que es que es como para darles dos tortas y ponerles de cara a la pared hasta fin de año por lo menos. Tanta chulería de mierda. Y han tenido que ser los guardacostas somalíes los que les han puesto en su sitio... si es que han sido capaces de quedarse con la copla que lo dudo. ¡A buena hora hubiese ido yo a socorrerles! Ya les podían haber dado por el saco.

Este vídeo les puede ayudar a comprender algo de lo que les estoy diciendo. Y también el porqué de que sean tan baratas las latas de atún... hasta ahora. Pero es que, además, sabe dios qué es lo que estamos comiendo cuando comemos el contenido de esas latas, porque se da la circunstancia de que es precisamente frente a esas costas donde tanto abundan los atunes, y que sólo son defendidas por los mal denominados piratas, donde la India, China y demás potencias emergentes asiáticas, arrojan los subproductos tóxicos que genera su industria, la que, por otra parte, produce todas esas cosas bonitas, buenas y baratas que compramos por aquí... que el mundo es un pañuelo y la inocencia interesada no exime de culpa.

Pues sí, señores, los somalíes están defendiendo lo suyo. Con malas artes, por supuesto, las únicas al alcance de los miserables, pero mucho peores artes son las de los que van allí a hacer de su capa un sayo como si el mundo les perteneciese. En fin, no sé, pero me parece que me lo voy a pensar dos veces antes de volver a comprar atún enlatado y otras muchas cosas. ¡Mierda de mundo! Si yo fuese Dios ya se iban a enterar unos cuantos de lo que es meterla en donde no se debe.


viernes 27 de noviembre de 2009

Fino Paseante en Corte


Gelo es un fino Paseante en Corte. Habíamos quedado en la Plaza Canalejas, frente a la confitería La Violeta, un lugar inconfundible y a la fría sombra de últimos de noviembre. Llegué allí puntual y, no había pasado medio minuto, cuando apareció sonriente. "Como aquí hacía frío, he ido allí, al sol, a esperarte y, ¡ven, ven!, verás que cosa más interesante he visto", me dijo de entrada. Se trataba de la fachada del antiguo Hispano Americano, hoy devenido en Santander por mor de los sabios oficios de Botín. En los laterales de la puerta hay dos hornacinas. La de la izquierda es El Cálculo, la de la derecha, La Economía. Eso, si las ubicas cuando entras por la puerta, que, si lo haces cuando sales, la derecha se hace izquierda y viceversa, para desesperación de los gustan de las simbologías de la hemiplejia moral. "Fíjate, dijo, El Cálculo tiene los ojos abiertos, está relajado, en la mano derecha lleva un compás y con la izquierda se mesa la barba como quién está en trance de resolver una aporía. La Economía, por contra, tiene los ojos cerrados, está contraída y agarra con las dos manos una caja". La caja de Pandora, supongo, con todos los males del mundo, añadí yo. Y además, la túnica de El Cálculo es austera, mientras que la de La Economía está orlada... pelillos a, la mar.

Pasear por Madrid con Gelo es ir saboreando toda esa simbología e Historia que destila cada rincón de la Metrópolis. Es, por así decirlo, el vicio, o el lujo, del CIUDADANO, del hombre libre en definitiva, del que todo lo arriesgó a la carta del saber.

Nos dirigimos al Hilogui, el bullicioso y, sin embargo, acogedor restaurante, tan frecuentado antaño, cuando jóvenes insaciables, íbamos allí a reponernos de las interminables cabalgadas.
¡Oh, maldición! Todo fue abrir la puerta y darse de cara con el desastre. También Hilario, Lorenzo y Guillermo, han caído en esa pútrida manía que asola la Patria, la de ponerlo todo mejor, más bonito... rotaflex mediante. Una decoración cursi, con las sillas y mesas enfundadas y, lo más triste, un silencio sepulcral en un local semivacío. Gelo estaba desolado. Él había sido un habitual del lugar porque trabajó allí al lado. Se lo dijo a los camareros, de los pocos autóctonos que quedan en Madrid. "Yo ya me he hartado de llorar, qué quiere que haga", le respondió uno de ellos. Pedimos cocido madrileño. Muy mediano. A años luz del que daban. O del que se come en Casa Carola. Incluso, diría, estaba mejor el que comí el otro día en el restaurante de la gasolinera de Becerril de Carpio. Total, epitafio para el Hilogui y tantos otros lugares devastados por el afán regenerador que nos señorea: "Aquí yace uno que estando bien quiso estar mejor".

Madrid de finales de noviembre, excepcionalmente tranquilo, con la mayoría de las obras terminadas, los restaurantes a medio gas, las putas a gas entero... se preveen unas navidades cortas de iluminación.

martes 1 de diciembre de 2009

Jugando a fusilar.


En su "Lord of the Flies", William Golding nos dejó un esclarecedor retrato de la condición humana desde la más tierna infancia. Lo primero, crear el ídolo protector. Lo segundo, ofrecerle víctimas. Es como una pulsión instintiva. De la misma clase, para que se entienda, que la que lleva al perro a esa lealtad sin fisuras hacia su dueño que tanto admira el personal.

Contemplen la foto. Esos niños sin duda ya tienen su ídolo. ¿La República acaso? ¿O será "Por el Imperio hacia Dios"? Depende de si fue tomada durante la Guerra Civil o después de ella. Para el caso es lo mismo. Los niños ofrecen el preceptivo sacrificio y, para ello, montan una escenografía impecable. Se diría que ninguna otra imitación de los mayores les sale tan redonda porque, ya digo, lo de ofrecer víctimas al Ídolo de turno es instintivo.

Luego, uno, se supone, se hace mayor y reflexiona. Y se horroriza por lo que uno lleva dentro de sí. Bueno, al menos así debiera de ser. Pero no es. El no crecer es mucho más frecuente de lo que parece. Incluso hay quien opina que vivimos en un mundo infantilizado. Que cree que de la muerte se vuelve. Y que se puede decir lo que apetezca porque nadie puede pedir cuentas.

Los niños de la prensa, por ejemplo, la semana pasada
inmolaron una víctima inocente en aras de su sagrada misión de guardianes del templo democrático. Un pobre chaval al que ahora tratan de resucitar con compungidos mea culpas. Pero saben que, como los niños cuando la hacen, nada tendrán que pagar por lo irreparable más allá de un par de azotes en el culo y una semana sin postre. Y por eso seguirán jodiendo la marrana. Degollando víctimas para enardecer al populacho. Y forrándose de paso.

En fin, ayer, 30 de noviembre, vio la luz un nuevo medio informativo. Se llama FACTUAL. Lo dirige mi admirado *Arcadio Espada. Es virtual y hay que pagar para acceder a él. Novedoso en cualquier caso. A lo de pagar, me refiero. Y además han prometido que nunca darán una noticia sin antes hacer las pertinentes averiguaciones sobre su veracidad. Lo confieso, estoy ansioso por comprobar si se cumplen las promesas.

* Le llamo Arcadio porque una vez le oí decir que su madre le llama así porque así fue bautizado. Lo de Arcadi es, supongo, para navegar con viento favorable por Cataluña.


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