martes, 12 de enero de 2016

domingo 25 de abril de 2010

Juaristi


¿Saben por qué están siempre manifestandose? Los unos y los otros. Porque no saben ni quienes son ni de donde vienen. Ni saben quien es Job. Ni saben quien es Edipo. Ni Layo, ni Yocasta. Ni mucho menos Kafka. Esa es la pura verdad. Si lo supiesen entenderían... y no se manifestarían en manada.
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Culpas

JON JUARISTI
Domingo , 25-04-10
ITALO Calvino escribió que en la modernidad todo el mundo es culpable. De hecho, ya lo había insinuado tácitamente Kafka, que además subrayó un elemento insólito de la culpabilidad moderna: nadie parece conocer exactamente el motivo que le hace acreedor de castigo.
Nos encontramos ante una generalización aparentemente absurda, pero difícil de refutar, porque cada vez somos menos conscientes de la calidad moral de nuestros actos, y ello porque la modernidad cuestiona o niega la idea tradicional de que consciencia y culpabilidad están íntimamente ligadas, de modo que sin consciencia no hay acto moral o, dicho en términos cristianos, sin voluntad no hay pecado. Un principio que estuvo en vigor durante casi dos milenios.
No siempre fue así. La ética trágica no contemplaba en absoluto la consciencia (ni la voluntad) como condición necesaria de la culpa. Edipo no sabe que es hijo de Layo y de Yocasta, pero no por ignorarlo resulta inocente a los ojos de Sófocles y del público ateniense (ni a los ojos propios, que revienta por hacérsele insoportable la visión de sí mismo como parricida e incestuoso). Pero la antedicha formulación cristiana no es traducción de principio anterior alguno, sino más bien lo contrario. La necesidad de voluntad consciente para la existencia de culpa (y consiguiente merecimiento de pena) constituye una traslación jurídica de la subversión cristiana de la ética antigua. El cristianismo, como supo ver Nietzsche, al relacionar el pecado con la voluntad (y, por tanto, con la libertad de la persona) hizo imposible la tragedia.
Por supuesto, esa relación de la libertad con la culpa estaba ya en el judaísmo -muy claramente desde el libro de Job-, pero el judaísmo no construyó una cultura con pretensiones de universalidad, de modo que la secularización del judaísmo produjo formas de tragedia intraducibles. La propia obra de Kafka, como Sultana Wahnón ha observado, puede ser conceptuada como una tragedia de nuevo cuño, inseparable del judaísmo. Kafka repite los alegatos de Job, pero en clave trágica; es decir, dirigiéndolos a un vacío creado por el repliegue de Dios (la del Dios creador de la nada es, por cierto, una idea central del pensamiento judío contemporáneo). Kafka fue un profeta judío y su obra forma parte, digan lo que digan los rabinos, del corpus canónico del judaísmo.
En las sociedades cristianas, por el contrario, el efecto más notable de la secularización fue la socialización de la paranoia, consecuencia de la universalización de la culpa a que se refería Italo Calvino. Los paranoicos, como se sabe, exorcizan su angustia echando la culpa a los demás. Como la conciencia de ser uno mismo culpable en un mundo sin Dios conduce a reventarse los ojos, siguiendo el ejemplo de Edipo, hay que procurar que la culpabilidad recaiga siempre en el otro. De ahí que el progresismo plurimorfo suscite sin tregua figuras espectrales de la culpa ajena (la última, la de la Iglesia «pedófila»), porque tiene que dividir el mundo entre inocentes y culpables, víctimas y verdugos, o sea, ellos mismos y todos los demás. Tal lógica binaria no es trágica, sino paranoica, maniquea y totalitaria. Agustín de Hipona, que conocía muy bien a los maniqueos de su tiempo, advirtió de que la cantidad de mal que uno puede causar está en proporción aritmética directa al bien que cree poseer (o representar). Paranoia, convicción de inocencia y ansia justiciera de erradicar el mal son, precisamente, los rasgos definitorios del totalitarismo posmoderno en sus dos versiones más extendidas, la del integrismo islámico y la de la izquierda buenista.

lunes 3 de mayo de 2010

Permitan ustedes que me despida.

Me escribe Santi desde Japón y me dice tal que esto:

" Bueno, lo que fue un hito para la humanidad fue el pobre atontolinao que murió en las cumbres del Himalaya mientras sus compañeros de cordada exigían a los sherpas lo que ellos no eran capaces de hacer: jugarse la vida por unos duros para mantener al pobre hombre con vida. Realmente patético el que se dé ninguna cobertura informativa a estas chorradas, como lo del J. Tomás y demás mandangas. Mientras tanto el país hecho una mierda porque quienes lo gobiernan son fulanos semianalfabetos (Zapatero, Pepiño, el Patxi y para de contar) y la chusma esperando a que venga el Mundial (de fútbol o de lo que sea), pidiendo sacrificios (al vecino), dando oídos a otros analfabetos (los sindicatos) o saliendo a la calle a tratar de ganar una guerra que se perdió hace no sé cuántos años o de volverla a ganar o de no dejársela arrebatar o vete tú a saber. Qué país de los güevos: tanto mogollón por unos jodíos güesos sin pararse a pensar cinco minutos en lo que importa, en que el superábit de la SS se va al carajo, en que la economía del país está hipotecada por una década gracias a la irresponsabilidad de unos políticos que nunca han predicado con el ejemplo, al cojonerismo de los alpinistas y los toreros. En fin."

Me voy al blog de Félix de Azúa y me encuentro con esto:
Han sido tres años y medio, si no me descuento, los que he pasado junto a mis estimados lectores de El Periódico de Cataluña. Tras un repaso a las viejas columnas, me he percatado de lo mucho que ha cambiado, no sólo el país, sino el aire social que respiramos en común. Hace cuatro años la amenaza de ruina era tan sólo eso, una amenaza, de manera que el presidente Zapatero se podía permitir, con su habitual desenvoltura, acusar de antipatriotas a quienes hablaban de crisis económica. Esa fue la expresión que empleó. Tres años más tarde la ruina es absoluta y a día de hoy los más optimistas hablan de "recuperación" dentro de seis años. Seis años de política española son un siglo. Del actual elenco dramático, Zapatero, Rajoy, Montilla, Carod, no quedará nadie. Las quiebras traen cambios lentos, pero inevitables. El cuadro de actores que nos representa es de escasa calidad y será sustituido, quizás por chulos tipo Chavez, pero con un poco de suerte por gente sensata, esos técnicos que tanta falta hacen y que han sido despreciados por políticos ebrios de ideología. No hay nada peor que un político cargado de ideología y sin educación.
La ruina ha ido oscureciendo la vida en común hasta el punto de que la próxima campaña electoral está derivando nada menos que en un simulacro de guerra civil. De un lado los insensatos que usurpan el nombre del socialismo, del otro los corruptos que dicen ser populares. Ambos puro monigote, títeres sin cabeza, una densa necedad que pagaremos muy caro. En el caso catalán las cosas son aún peores y no merece la pena ni mencionarlas. Bastaba con leer los titulares de la prensa catalana tras la consulta independentista. No soy adulador, pero debo decir que el único diario que tituló con respeto de la verdad ("Pinchazo soberanista", decía) fue éste en el que escribo. Todos los demás mentían de un modo tan estúpido que uno se daba cuenta de que los editores consideran a sus lectores unos perfectos idiotas.
El estropicio es ya casi insalvable. Como he dicho otras veces, la deriva de España hacia el modelo italiano se acelera. En Italia votar es obligatorio y no se nota el hartazgo de los civiles, pero aquí falta ya muy poco para que la abstención iguale al número de votantes. Da lo mismo, porque los políticos seguirán llenándose la boca con palabras que nunca han entendido como "democracia", "nación" o "libertad". Y no las han entendido porque nuestra clase política no es demócrata. No tiene ni la menor idea de qué quiere decir "democracia". Por eso no respetan a los partidos adversos sino que se empeñan en triturarlos y no creen estar en el poder para resolver los problemas de la gente sino para creárselos porque así lo exige la Causa. Sólo trabajan para su propio partido, como los empleados japoneses trabajaban para su empresa y la yakuza asociada. Así le ha ido al Japón.
El deterioro es supino. Ver cómo Montilla, un gris escalador de la burocracia de partido, condecora a los fiscales que calumnian a sus propios colegas de tribunales superiores es una imagen que remite a los tiempos de Franco cuando la lealtad al Régimen era lo único que contaba. Porque la desdicha es que este país ha regresado a su ser ancestral. La ruina económica nos está devolviendo al lugar de siempre en el tercer mundo. La ruina moral nos devuelve al escenario de toda la vida, el esperpento, la pornografía política, la canallada.
El sueño ha durado unos años, digamos que de 1982 a más o menos el cambio de siglo. Durante veinte años parecía que España podía convertirse en un país europeo. La gente olvidó los delirios señoritiles del desprecio al trabajo y, con la excepción de los liberados sindicales, comenzó a tomarse en serio la vida. De pronto ya no daba vergüenza trabajar e incluso querer trabajar más horas o más días. Los fondos europeos y una ola de optimismo que ilusionó a los españoles lograron un despegue prodigioso, mientras en el terreno político, con jefes de gobierno adultos como Suárez, González o Aznar, los adversarios no eran enemigos. La oposición podía ser dura, pero no era una chusma despreciable. La diversidad de ideas y opiniones, como en Europa, mantenía viva la libertad. En la actualidad la libertad es una excusa para sacar las navajas.
Este ambiente tabernario, que a mi modo de ver repugna a casi todo el mundo menos a los partidos políticos y a aquellos que viven de sus privilegios y subvenciones, tiene aspecto de ser duradero. No me imagino yo a los actuales padres de la patria preocupándose por los votantes, esos parias que han venido al mundo para pagar sus sueldos, viajes, negocios, comidas, amantes, coches, parientes, sobornos y trajes.
En estas circunstancias, la verdad, es inútil tratar de influir en la vida pública, así que me voy a los cuarteles de invierno a ver si logro hacer algo de provecho. Mil gracias por su atención y por su amabilidad."

Bien, pues lo mismo Santi que Félix siempre han sido para mí dos referencias sin resquicios. Y ahora, qué quieren que haga, ¿seguir o no seguir? Me parece que lo más razonable va a ser imitar a Félix, o sea, retirarse a los cuarteles a ver si hago algo de provecho. Estudiar matemáticas, por ejemplo. Quién sabe, a lo mejor dentro de poco me sirven para ganarme la vida. Porque confiar en las pensiones...

9 de diciembre de 2010

Facts

 


Hace días que ando un tanto inquieto. No sé si será porque estoy leyendo "La carte et le territoire" que, como supongo sabrán, es la última novela de Houellebecq. Pero no creo. Más bien parece tratarse de una inquietud ligada a la sensación de estancamiento. Es decir, demasiado tiempo haciendo lo mismo en el mismo sitio sin apreciar beneficios, siquiera espirituales, que de los otros ni lo sueño. Y para colmo, como diría el chino, "los pelos del Culo no me dejan dolmir". Y luego, los del almacén de cereales que tengo a unos doscientos metros al suroeste se han comprado una máquina de esas que cada vez que da marcha atrás emite un pitido de alta frecuencia que me saca de mis casillas. En fin, es lo que tiene andar inquieto, que te distrae hasta el zumbido de una mosca.

Así es que me he dicho, oye, por qué no resucitas "Las casas del Canal"; mal no te puede hacer y a lo mejor te ayuda a sosegarte. Porque, además, las aguas bajan revueltas y escribir, dicen, hace músculo mental, lo cual, a qué engañarse, es el mejor antídoto contra la tentación de nadar a favor de la corriente. De la corriente que más a mano se tiene, quiero decir.

Concluyendo, que aquí estoy dispuesto a dar la batalla de las ideas... aún a sabiendas de que lo más probable es que, salvo un par o tres de incorregibles, nadie osará descender para medirse conmigo.
10 de diciembre de 2010

Por fin una buena noticia.

 

Por fin una buena noticia: la policía de New York le ha zurrado bien zurrada la badana a una propietaria de perrito que pretendía con artimañas zafarse de su obligación de recoger la caquita de su perro.

Es tanta la turbación de placer que mora en mí por tan excelsa noticia que no puedo expresar todo el gozo que poseo. Se dan cuenta, por primera vez una respuesta proporcionada a la maldad intrínseca de un acto asqueroso donde los haya. Es, en fin, como si se hubiese hecho un poco de justicia por todo el desagrado infligido a los pacíficos viandantes que pisaron una cagada cuando menos lo esperaban.

Bueno, para ser exacto, yo hubiera preferido que en vez de zurrarle se la hubiesen hecho comer. Me parece como más ecológico. ¡Por Dios bendito, Señora, si su perrito sólo caga néctar y ambrosía con un toque de algalia! ¿Por qué nos iba a molestar, entonces que su perrito cague en la calle? Sabemos que usted correrá a comérselo como si de la mejor "ración o cazuelita" se tratase. Mientras esté calentita.

New York, New York. La capital del mundo. A seis horas de low cost. A siglos de civilización.


16 de diciembre de 2010

Sostiene Houellebecq

 


Sostiene Houellebecq que "là-bas, quand même, elles sucent sans capote, ça c´est bien...". Là-bas, para quien no lo sepa, es Tailandia. Es decir, un país donde la noche y el día se reparten el tiempo, mitad y mitad, de seis a seis, a todo lo largo del año.

Pero no es de eso de lo que trata "La carte et le teritoire". Es, más bien de la vida, pero la vida por arriba. Por esos lares donde corre la cocaína, las botellas de 400€, los retratos a millón de euros y, ¡cómo no!, las chicas que te caes de culo. Un mundo, en fin, que todos sospechamos que existe, pero sin tener ni idea de cómo es. Bueno, el que quiera saber más que la lea.

El caso es que pensando en lo leído y confrontándolo con la candente realidad no he podido por menos que hacerme algunas preguntas. Bueno, por no aburrir, una sola pregunta. ¿Por qué nuestras queridas autoridades someten a la tortura de los controles antidoping a los deportistas y, luego, callan, e incluso aplauden por lo bajo, todo ese consumo desaforado de sustancias estimulantes por parte del mundo de la cultura y el espectáculo? Y más teniendo en cuenta que han sido precisamente esos escritores y entertainers los principales impulsores de la moda, por así decirlo, drogadictiva.

18 de diciembre de 2010

ASKLEPIOS, EL ÚLTIMO GRIEGO

 


Cierto Diomedes, de Esmirna, a quien conocí viejo, ya en la Era Cristiana, decía así: "cuando el mundo no parezca nuevo, extenso ni profundo y misterioso, morirá el Espíritu del Primer Día de las Cosas y, por tanto, Grecia. Vivir entonces será pesadilla."

Sacado de "ASKLEPIOS, EL ÚLTIMO GRIEGO". Un libro de Miguel Espinosa que me permito recomendar a los que gustan gozar con el esfuerzo intelectual. Miguel Espinosa, un marciano de las letras españolas de la segunda mitad del XX. El hombre se dedicaba a los negocios de exportación e importación, y en los ratos libres escribía. Como no le gustaba viajar tenía bastantes ratos libres y por eso dejó una obra más que interesante. Y poco conocida también, salvo en ciertos ambientes refinados cual era aquella Salamanca clasicista y finisecular. Allí, se le rendía culto porque eran muchos los que, como Miguel, habían llegado a la conclusión, entre otras cosas, de que la actual burguesía es fea a más no poder. También, perdón, les recomiendo, aunque no tanto como ASKLEPIOS, "La fea burguesía". Seguro que les dará unas cuantas pistas inéditas sobre lo que somos y en qué mundo vivimos.

En fin, a lo que iba, que si muere Grecia, muere el niño y, entonces, apaga y vámonos. Sin curiosidad y admiración, sólo queda el rencor y las ganas de hacer daño. Cada cual según su particular forma de entender la excelencia.

25 de diciembre de 2010

 No pasa na!

 

 Primero se cayó el muro. Bueno, fue porque los arquitectos no se habían ceñido a la teoría. Porque la teoría, tío, era la correcta. Después vino la crisis financiera. Y dijeron que la culpa era de los mercados, de los banqueros, de los especuladores.... pero nunca, claro está, de las políticas socialdemócratas de todos los partidos gobernantes, consistentes, más que nada, en tirar el pedo más alto que el culo. O sea, en gastar sin medida para dar por el gusto a la chusma y así garantizarse la reelección. Políticas sociales lo llamaron, y en realidad eran políticas suicidas. No por nada, sino porque al garantizar a la ciudadanía de por vida todo lo fundamental le yugulaba el impulso de lucha y superación. Al final, en vez de ciudadanos lo que hay son súbditos. Eso sí, súbditos con segunda vivienda y todoterreno. Y, ahora, viene Gabilondo y para despedirse nos larga un ditirámbico pleonasmo, si es que así puede decirse. Vaya donde vaya, dice, seguiré con mi crítica honesta. Venga tío, te vas no porque nadie te haya echado si no porque con tu "honesta crítica" has hundido el chiringuito. Ya sabes, la necesidad aguza la inteligencia de la gente y, entonces, va y piensa, oye, este pavo vive exactamente igual, o mejor, que esos que según él son los responsables de nuestros actuales desvelos.



No cuadran las cuentas, vive como dios y piensa como los parias. ¡No se puede estar en todo, no señor!

En fin, "sostenella y no enmendalla". La marca de la casa de la izquierda... y de la derecha me temo. Izquierda, derecha, quiero recordarles, dos de entre las infinitas maneras que tiene el ser humano de ser un perfecto imbécil. Hemiplejía moral, le dicen a eso. Con lo fácil que es acomodarse a gastar un poco menos de lo que se gana y así ahorrar por si vienen días difíciles... que, malheureusement, siempre acaban por llegar.

jueves 1 de abril de 2010

El arte de provocar


Aunque tienda a confundirse, provocar no es lo mismo que pseudoprovocar. Por ejemplo, Geert Wilders, ese holandés, va y dice que la religión musulmana promueve la violencia y que el Corán es igual que el Mein Kampf. Entonces se levanta una nube de indignación. Responsables políticos de todos los colores y lugares, periodistas de todos los pelajes, ponen el grito en el cielo, le llaman lo peor que se puede llamar a cualquiera, proponen retirarle del campo de juego... pero, luego, vienen las elecciones y el tipo no para de ganar escaños. Señal evidente de que cuando dice esas barbaridades oficiales mucha gente piensa que no está haciendo más que decir la verdad que otros no se atreven a decir por cobardía, hipocresía, o sabe dios qué ocultos intereses. Sea como sea, verdad o no, a medias o a enteras, funciona como auténtica provocación que recoge frutos y paga peaje de seguridad.

Nada que ver en cualquier caso con lo que se estila en esos programas de televisión tipo "Caiga quién caiga". Provocación simpática se podría decir. Lo cual, no sé, pero me suena a antítesis. Porque la provocación se me antoja que es siempre antipática. Vamos, que sus promotores no suelen ir por ahí como gente guay despertando la admiración del majetismo internacional. En fin, pseudoprovocación le llamaría yo a ese tipo de pasatiempo pegajoso, alimento para ingenuos.

En cualquier caso, difícil distinguir a veces. Porque de la verdad desagradable para unos a la seudoverdad simpática para otros no suele haber en muchos casos grandes distancias. La ideología lo embarulla todo. Y sobre todo los miedos.

Y en esas estamos, tratando de separar el grano de la paja. Los verdaderos de los pseudoprovocadores. Y entonces va y aparece por ahí ese sujeto llamado Salvador Sostres. Escribe bien, eso es indudable. Y su apariencia es de eso que llaman extrema derecha. Nacionalista catalán furibundo. Aficionado a los toros. Azote de sindicalistas y oenegés. Monárquico confeso. Hobbesiano rabioso. En fin, que el que quiera saber lo que muchos piensan pero nadie se atreve a decir, conviene que lo lea. Porque provoca. Adhesiones o arcadas.

Así, por ejemplo, refiriéndose a Isabel II:"La cara de casi asco que pone cuando saluda a la chusma es de una total tensión espiritual, tan agradable de ver en tiempos campechanos."

¿Verdad o mentira? Provocador en cualquier caso.

lunes 12 de abril de 2010

MISA NEGRA


Ayer vino Isidoro. Con dos botellas de Ribera del Duero y el libro MISA NEGRA de John Gray bajo el brazo. Hacía un día radiante, así que, tras unas cuantas frases de mutua puesta a punto, tomamos la decisión de irnos a pasear por la montaña palentina. Ni que decir tiene que la belleza del paisaje primaveral nos conmovió. Los brotes plateados de los sauces, la sensación de fino encaje que produce la masa arbórea recién estallada y, en fin, hasta las contorsiones amenazantes de una víbora a la que decidimos perdonar la vida cuando, ya de regreso, bordeábamos las aguas turbulentas del alto Pisuerga.

Subimos y bajamos entre robles forrados mayormente de líquenes y, se diría, en ningún momento sentí el esfuerzo de la ascensión. No por nada, claro está, es que Isi te dopa con su conversación. Da igual de qué se trate, siempre se las arregla para destacar los diversos matices del tema, agudizar las contradiciones, buscarle las ironías... conversador en definitiva de café vallisoletano de los gloriosos sesenta. En esta ocasión, como en tantas otras, se trató del último libro leído. Una historia verdadera de los grandes inventos de la humanidad. Biografías contrastadas de los grandes genios: Newton, Cavendish, Henley, Leibniz, etc.. Bueno, en la medida de lo posible traté de contrapuntearle con mis recientes adquisiciones en el terreno de la ciencia matemática. De retirada ya, nos preparamos una ensalada y abrimos una botella de ribera. Recordamos viejos tiempos, concordamos opiniones, exaltamos la amistad, pero, ni cantamos regionales, ni tuteamos a la autoridad, ni insultamos al clero. Fuimos comedidos. Con las últimas luces del día se fue para Santander.

Así que esta mañana, apenas superadas las primeras obligaciones que me tengo autoimpuestas, he agarrado el libro de Gray y le he pegado un buen meneo. Ya conocía a ese tipo. De hecho tengo su blog entre los favoritos de mi ordenador. Entre las páginas anglosajonas, concretamente.
Me parece un gran teórico que cojea cuando elige los ejemplos con los que pretende demostrar su teoría. Ahí, es como si a fuerza de repetir una opinión nos quisiera convencer de que nos está diciendo una verdad incontrovertible. En fin, para no caer en el mismo error que critico, será mejor que me erija en un
Karl Krauss de pacotilla e intente, como se dice ahora, deconstruir un párrafo que me ha parecido significativo de lo que vengo de teorizar:

"Pero las creencias, los movimientos y los regímenes
milenaristas son tres cosas distintas. Los movimientos milenaristas sólo llegaron a desarrollarse en circunstancias históricas muy definidas. En algunos casos se dieron en condiciones de desarticulación social generalizada, como en la Rusia zarista y en la Alemania de Weimar posterior a la Primera Guerra Mundial. En otros siguieron a un único proceso traumático, como ocurrió en Estados Unidos con el 11-S. Los movimientos de esta clase suelen estar vinculados a catástrofes. Las creencias milenaristas, por su parte, constituyen síntomas de un tipo de disonancia cognitiva en la que se rompen los lazos normales entre la percepción y la realidad. Por último, en Rusia y en Alemania, la guerra y el colapso económico produjeron regímenes milenaristas en toda regla, mientras que en Estados Unidos, un atentado terrorista sin precedentes propició un estallido milenarista que comportó una guerra innecesaria y un giro en la constitución del país. El momento y la forma en que las creencias milenaristas se convierten en fuerzas decisivas de la política depende de los accidentes de la historia."

¿Quién podría discutir que es la desarticulación social generalizada la que lleva a las soluciones milenaristas? Lo mismo que cuando sostiene, en otros párrafos, que tan religión es el cristianismo como el comunismo, el nazismo, el laicismo, etc.. Pero meter en el mismo saco a la Rusia postzarista y la Alemania postweimar con los EEUU post11-S me parece tan traído por los pelos que casi mueve a risa cuando no a compasión. Que yo sepa los estadounidenses no salieron a la calle a matar a todo musulmán que se les pusiese por delante. Y en EEUU, bien que se hicieron algunas puntualizacines sobre seguridad en los aeropuertos y así, siguieron imperando las mismas leyes de siempre. La constitución, creo recordar, no cambió para nada. ¿De dónde esa afirmación entonces? ¿Whisfull thinking para que encaje la teoría? Lo mismo que me gustaría saber en qué se basa para decir que la guerra era innecesaria. Una afirmación de tal tipo sin exponer los argumentos es, a mi juicio, una patochada. Porque argumentos, los que surfeamos por todo tipo de medios, los hemos escuchado de todos los colores. Y unos más convincentes que otros, pero no siempre en la misma dirección. Al fin y al cabo, Oriente Medio tiene un interés geoestratégico definitivo en un mundo en el que empiezan a escasear las fuentes energéticas. Así que, ¿a qué extrañarse que la potencia hegemónica quiera hacerse con el control de la región? Según ciertas opiniones el 11-S habría servido de excusa para lanzar una operación pensada de antemano. Lo mismo, o parecido, que Pearl Harbour sirvió para declarar la guerra a un Japón al que todo el mundo estaba deseando pararle los pies. En fin, es lo mismo que comparar a George Bush con Ahmedinyad. ¡También son ganas! Le mandaba yo a este señor a vivir como ciudadano de a pie a Teherán una buena temporada. Y después hablamos.

Bueno, Isi, estoy seguro de que sabrás perdonarme el rollo. Estoy disfrutando el libro. Creo que viene como de molde para explicar mucho de lo que pasa en esta "exitosa" España de las Autonomías.

viernes 16 de abril de 2010

Número áureo


Uno echa un vistazo a la actualidad y encuentra bien poco con lo que entretenerse.
Larry King se divorcia por séptima vez. Prueba irrefutable de que los seres humanos pueden ser inteligentísimos para unas cosas y perfectamente imbéciles para otras. ¡Siete veces! Y además, parece que le van las femme fatale. Lo que se habrá gastado el tipo en afeites y cirujías para sus sucesivas señoras. Bueno y también en Viagra. Claro que tampoco sé lo que hubiese hecho yo en su lugar, con toda su pasta y todo su poder.

Por otra parte tenemos a esa pobre chavala que no le dejan entrar en la escuela por llevar pañuelo en la cabeza. Bien, cuando yo era mozo, había una moda -creo que venía de Brigitte Bardot- consistente en llevar el pelo cardado y tapado con un pañuelo. Un poco trabajoso, pero resultón. Y esa pobre chica que ni siquiera se carda, sólo se tapa. Total, a quién le puede importar. Un poco necia, sin embargo, sí que me parece. No por nada sino por esa necesidad de ir dando pistas al enemigo. Con lo bien que se las apañan los camaleones.

Luego todo ese rollo con lo de Garzón. Un repique de broquel a manera de levada pa ojear unos garzones, dice un personaje de La Celestina. No sé qué quiere decir. Tampoco sé lo que pretenden con todo ese follón del juez estrella como no sea distraerse de lo que les concierne. De todas formas, tiene su interés fijarse, desde una perspectiva lambrosiana, en los tipos que acuden a esas manifestaciones con pancartas y banderas republicanas. Me recuerdan a un tipo que conocí en Salamanca que le llamaban "Pedro Pancartas". Un buenazo que no se perdía manifestación. Pero ésta es otra historia.



Total, que puestos a quedarse con algo me quedo con
esto. El número áureo. Un palo -1- que parto en dos trozos. A uno le llamo x y al otro, por tanto, (1-x). Para que la relación entre los dos sea áurea les pondremos de tal guisa: 1/x= x/(1-x). Operen. Ecuación de segundo grado y tal. X=0,6180339887etc. Bien, pues ahora la relación entre el palo y el trozo x. 1/x= 1,6180339887. ¿Se dan cuenta de la magia? Es como si en vez de dividirlos les subiésemos sumado. Y quizá por eso sea que gusta tanto esa proporción. En fin, no sé, a lo mejor sólo he dicho tonterías.

En cualquier caso, ya digo, menos ojear garzones y más mates. El otro día me mandó mi hermana Marifé un problema hermoso. Se lo reproduzco:

1 1 1 = 6

2 2 2 = 6

3 3 3 = 6

4 4 4 = 6

5 5 5 = 6

6 6 6 = 6

7 7 7 = 6

8 8 8 = 6

9 9 9 = 6

El juego consiste en poner los signos necesarios entre o sobre los números para que cuadre el resultado. Por ejemplo:

2 + 2 + 2 = 6

lunes 19 de abril de 2010

La semilla del diablo


-Sí, pero no es lo mismo.
-¿En qué sentido no es lo mismo?

No, la fotografía no está tomada en el Loch Ness. Es de aquí, de al lado de casa. Coges, agarras la bicicleta, la subes al tren y en media hora ya estás a la orilla del lago. Lo demás depende de ti.

Bueno, el hecho de que este año haya sido tan frío y haya caído tanto del cielo, también ayuda. Con fondo de montañas nevadas, el verde rutilante de las praderas se sumerge en el azul plomizo de las
aguas. Unos bóvidos, unos équidos, par-ci-par- pastando. Las ruinas de una iglesia lamidas por las aguas. Pequeños caseríos con aire somnoliento. Y al final del recorrido, en un pueblo fantasmal, El Puñao, figón al margen de toda sospecha.

No, no es igual. Es mucho mejor. Cerca de casa. Precios asequibles. Tráfico mortecino. Ausencia de autobuses de "insersatos"... y una larga lista de ventajas que callo para no animar al personal y que se nos acabe poniendo como todo lo demás.

No, no quiero ser una vez más la semilla del diablo.

 

miércoles 21 de abril de 2010

Villalar y los chicos combativos

 


Por razones que no vienen a cuento, los miércoles por la mañana los suelo pasar en Aguilar. Una vez allí, antes que nada y a modo de preparación para lo que luego vendrá, entro en alguna cafetería a tomar un café y un pincho de tortilla. Españolidad obliga. Últimamente solía parar en El Siglo XX, famosa en toda la comarca porque una vez pasó por allí a tomar café Unamuno. Pero el miércoles de la semana pasada cometí el error de observar al camarero mientras preparaba mi comanda. Agarró el pincho haciendo pinza con un cuchillo y su dedo gordo y luego tosió hasta quedar a gusto sobre la batería de tortillas. Hasta aquí hemos llegado, me dije. Se lo conté a Rafa, de la hermandad de Los Proscritos, y de inmediato me recomendó que fuese a la pequeña chocolatería que hay en una de las calles que desembocan en la plaza. "Chococuit" se llama. Ya había entrado una tarde allí a tomar chocolate con churros y estaba hasta arriba de gente. Pues bien, hoy, de entrada, me he dirigido allí y, pincho y café aparte, les quiero contar la curiosa escena que he presenciado.

Ha entrado un treintañero con pinta de dinámico. Playeras deportivas, pantalón vaquero, camisa holgada, bigotillo, tupé, y fumando sin parar. Ha pedido un café al dueño del establecimiento y ha sido atendido inmediatamente . Entonces, por entrar en conversación o lo que sea, ha dicho al dueño:
-¿Qué, vas a ir el viernes a Villalar?
-No se me ha perdido nada allí. Nunca he ido ni creo que vaya a ir.
-Pero allí les cortaron la cabeza.
-Me da igual, no me interesa nada. Nunca he ido allí ni iré.
-¿Es que no te importa la memoria?
-Nada. He borrado el disco.

El chico dinámico, vista la receptividad de su contertulio, ha apurado el café y ha salido a toda mecha. Y el dueño, entonces, le ha echado una mirada por encima de las gafas. Una mirada de esas que inequívocamente quieren decir: petit salopard, espèce de con, jodido bastardo, tonto el culo los c..

En fin, es difícil entender todo esto si no tenemos en cuenta que el próximo viernes se celebra el día de la Comunidad de Castilla-León. Y como cuando compusieron el invento necesitaban algún tipo de simbología para hacerle medianamente creible, pues fueron y se agarraron a lo de los Comuneros, unos señores que hace muchos años se enfrentaron al poder del monarca porque querían mantener sus privilegios medievales. Unos reaccionarios en definitiva que fueron derrotados por el monarca en la batalla que tuvo lugar junto al pueblo de Villalar. Derrotados y ajusticiados, es decir, miel sobre hojuelas para ese puñado de "milenaristas" castellanos que, agarrando al vuelo la ocasión, han decidido hacer de Villalar su particular Jerusalén Liberada. Ya saben ustedes que, en mayor o menor medida, imbéciles los hoy en todos los lados.

El caso es que residiendo yo por entonces en Salamanca, solía acudir a comer a El Bardo, un restaurante que compartía medianera con la Casa de las Conchas y hacía frente a la Pontificia. Llegabas allí y te sentabas en cualquier mesa en la que había un lugar vacío. Casi todo el mundo se conocía. Profesores de segundo rango, artistas tronados y así... el ambiente era agradable y no pocas veces la conversación de sobremesa se prolongaba en un café de la Plaza Mayor. Bien, pues en una de esas, un día, tenía yo de comensales a Pepe Stalin y a Mariela. No era por casualidad que aquellos dos anduviesen juntos. Mariela era Vicedecana de la Facultad de Derecho de la Universidad de la Habana y estaba en Salamanca para redactar una tesis doctoral que versaba sobre los derechos de autor. Una incongruencia, si bien se mira, porque, por definición, comunismo y derechos de autor se tienen que llevar a matar. Por su parte, Pepe Stalin era profesor de Historia Contemporánea en la Facultad de Historia de Salamanca. Pero, además, era la cabeza visible de un partido político que, aparte declararse hermano de sangre de Batasuna, reivindicaba la independencia y vuelta a los viejos fueros para Castilla. Ni que decir tiene que tal partido lo componían cuatro gatos desarrapados cuya única misión en esta vida era pasear banderas republicanas por Villalar el día de marras. Bueno, a lo mejor también asaban sardinas o algo por el estilo. Total, que no sé a cuento de qué, aquel día en El Bardo, se me ocurrió decir que el régimen cubano era una dictadura. Nunca lo hubiese dicho. Se me tiraron a la yugular los dos. Profesor de historia el uno, leguleya la otra, al fin y al cabo. Les dije algo de Atenas, algo de Esparta... no les convencí de nada sin duda, pero quedamos amigos. Salamanca era así.


 

lunes 22 de febrero de 2010

Infinita, qué?


Cantabria, de soltera Santander y de casada, infinita. Qué bella es, dice la canción. Aunque, si quieren que les diga mi verdad, el "es" lo cambiaría por "sería si..."

Total, que íbamos de gira bicicletera por esas llanuras de la margen izquierda del Pas, desde Puente Arce, río arriba, hacia Vioño y Zurita. Qué duda cabe que, a pesar de ser tierras de horizontes limitados y clima matarrodillas, el territorio podría tener su encanto si...

Todas esas viviendas diseminadas por el valle. ¿Pero qué clase de arquitectos han firmado esos proyectos? ¿Acaso son el producto de un concurso de fealdad refinada? Y, luego, esas urbanizaciones de chalecitos amontonados, como si fuesen casas de guarda-agujas pintadas al pastel y con algo de madera noble al aire por la cosa del linaje. Y todo oliendo a mierda por todas las partes. Porque es que muchas de esas casas horrorosas tienen algunas vacas y sus dueños gustan de colocar la mierda donde pueda ser disfrutada por ellos, sus vecinos y los posibles viandantes. La mierda de las vacas justo enfrente de la casa y, en un lateral, un cúmulo de trastos viejos inservibles que no se sabe si es que les da pena, o es pereza, el deshacerse de ellos. Parecen instalaciones de esas que montan en los museos los artistas de vanguardia. Y ya no les digo nada si perteneciesen ustedes a una de esas asociaciones que se dedican a liberar enanitos de los jardines. En esos valles podrían hacer su agosto. Enanitos, burritos y demás blancanieves. Y, por supuesto, sin olvidar las águilas imperiales que presiden el acceso al jardín por una puerta a todas luces desproporcionada respecto a lo que hay detrás. Y, claro, a todas esas lindezas del paisaje, añádale usted las innumerables obras de embellecimiento del plan de salvación del empleo diseñado por el gobierno de la nación. Acabadas o por acabar, han llenado todos los espacios públicos de cemento y colorines y, ¿cómo no?, de mesas y barbacoas.

Pues bien, todo eso, pelillos a la mar. Pelillos a la mar si lo comparan con el tema perruno. ¿Pero qué es lo que le ha dado a toda esa gente con los perros? ¡Madre mía! Vayas por donde vayas siempre tienes cerca un perrazo ladrándote como si acabases de violar a su novia. Pero cómo podrán vivir con ese ruido infernal. Está claro que allí nadie lee libros. No podrían aunque quisieran, que lo dudo. Atados a la puerta de casa... pero no siempre. ¡Ven, ven, que te he dicho que vengas aquí!, le gritaba un pitecántropo lugareño a un perrazo que venía hacia nosotros mostrando unos colmillos poco amigables. Menos mal que el terreno era llano y teníamos el viento de espalda, que si no...

Los perros, bueno, en las páginas web dedicadas al ciclismo se suelen ver recomendaciones al respecto. Se considera muy conveniente ir provisto de un ahuyenta-perros ultrasónico si se cicloturistea por el campo. Por algo será. Es que, ¿no se han dado cuenta? El perro es a su dueño lo que el sicario al capo mafioso. Fidelidad sin resquicio hacia lo propio, odio sin límite hacia lo extraño. Quizá esa sea la razón por la que tiene tanto éxito. Aunque para ser exacto en el diagnóstico habría que tirar del psicoanálisis. Porque no son normales esos amores. Los del dueño hacia el perro, quiero decir. Porque, además, la milonga esa de que son animales guardianes o de defensa no se sostiene. El que va a por ti tiene mil formas de deshacerse de tu perro por muy fiero que le pintes. No, para mi, que lo que el dueño del perro quiere es imponerse a la gente pacífica. Asustarla. ¡Si no hace nada!, te dice entre risas. Faltaría más. ¡Chusma de mierda!

Perdonen el vómito habido, pero es que me da rabia. ¿Pero por qué no querrá estudiar un poco esa gente con todos los medios que tienen a su alcance?

Por lo demás, maravilloso día del tardoinvierno.

martes 23 de febrero de 2010

Para partirse de risa

 


Seguro que hay mucha gente que piensa que el chiste adjunto es para partirse de risa. El colmo del ingenio. Algo así como un torpedo en la línea de flotación de la madre de todas las injusticias. La explotación del hombre por el hombre y todas esas cosas que suenan a soflama de sacristán reconvertido. Los evangelios reinterpretados. Pobre bueno, rico malo. Poderoso torturador, obrero Santa Teresita de Lisieux. Las típicas antinomias para recreo y regocijo de fieles a la causa. Analfabetos funcionales en definitiva.

En fin, mal asunto. Historia de una decadencia sin retorno. Porque este señor, Forges, antaño sabía reírse de sí mismo. Y de su madre. Y ya ven, ahora identificando al enemigo exterior. ¡Ya te digo!

viernes 26 de febrero de 2010

estosololoarreglamosentretodos.org



¡Ja! Gente de buena voluntad. Entre todos. Entre todos la mataron y ella sola se murió.

Un grupete de gente importante, de mucho éxito en sus negocios, ha abierto una página web, www.estosololoarreglamosentretodos.org, con la finalidad pretendida de ayudar a la gente común a pillar un poco de confianza en el el sistema. Nuestro sistema político autonómico y demás yerbas.

¿Confianza, dicen? ¿Pero en base a qué? ¿Acaso es que estamos viendo que se haga algo en alguna parte que apunte en la dirección de lo racional? Nada de eso sino todo lo contrario. Aquí, se diría, a lo único que aspira el personal es a colocarse lo mejor posible con vistas a la recogida de los restos del naufragio. Quizá es porque han leído lo de Robinsón Crusoe y piensan que atrapando unos cuantos pecios a la deriva y echándole un poco de imaginación te lo puedes montar divinamente. Lo que ignoran es que la isla a la van a llegar no está desierta sino llena de alimañas carroñeras comiéndose unas a otras.

¿Que en qué baso mi siniestro pesimismo? En lo que veo. Esas agencias de colocación a las que
eufemísticamente llaman "partidos políticos". Si tu pillas el puesto me dejas a mi en la calle. ¡Y qué puesto! Cinco mil del ala al mes. Y comidas gratis en Zalacaín. Y ni el bachillerato se exige.

Oye, me digo yo, por qué en esa ristra interminable de Parlamentos que tenemos no se ponen de acuerdo los políticos y votan una ley que especifique los méritos académicos mínimos que deben adornar a los aspirantes a sillón. Y, luego, sobre sus emolumentos. Sabido es que hay países en los que un cargo político nunca puede ser remunerado con más dinero del que ganaba en su anterior cargo civil. O sea, por ejemplo, Zapatero, cero patatero euros.

Ya, ya sé, está feo meterse con los políticos. Mucho más rentable apuntar hacia los banqueros. Con su levita y sombrero de copa. Pero ya, así, no se engaña a nadie. A nadie que tenga estudios, al menos. Los principales culpables de lo que pasa son los políticos. Y a por ellos hay que ir. ¿Cómo? No tengo ni idea. Hace poco, un conspicuo representante de la vida política local me pidió que me presentase a las próximas elecciones municipales. Mi sentimiento fue de horror. Pero, quizá, me digo a veces, en vez de hablar tanto me debiera sobreponer y entrar al trapo que me han propuesto. En fin, que va a ser que no.

viernes 5 de marzo de 2010

Situación complicada


El otro día leía en un artículo de Salvador Sostres que un político catalán, muy elegante él y de verbo comedido, tenía bien demostrada su probidad por el hecho de haber empleado como chófer personal a un amigo de la infancia. Se daba la curiosa circunstancia de que si no hubiese sido porque la familia del amigo, muy ricos por entonces, había pagado los estudios al político, de muy humilde extracción, éste nunca hubiese podido colocar a su amigo y benefactor, de entonces, de chófer a su servicio, ahora. Vueltas que da la vida.

Lo que les acabo de contar, dirán ustedes, es una bobada. Sin duda lo es. Aunque curiosa, no me lo nieguen. Y si se la traigo a colación es más que nada por seguir esa ortodoxia del relato que recomienda introducir con la anécdota antes de pasar a explayarse con la categoría. Me explico.

El caso es que vengo de pasar un par de días en Madrid. Paseando sus calles, comiendo en sus figones multiétnicos, viendo a cuatro generaciones de la familia... una verdadero estímulo para seguir. Madrid, con su tráfico tercermundista, sus obras interminables, sus bares abarrotados... ¿quién diría que está en crisis? En todo caso, como muy bien me apuntó la conserje del hostal: situación complicada. Situación complicada, iba cavilando yo cuando, refrescado ya, me tiré a la calle. No tardé en comprender en qué consistía la complicación. El tiempo que me llevó subir Zorrilla y doblar a Cedaceros. ¡Leches, qué pasa aquí!, me dije. Una fila impresionante de berlinas negras con los cristales de atrás ahumados ocupaba indebidamente toda la orilla izquierda de la calle de cabo a rabo. Y más en una segunda y anárquica fila. Y los chóferes, amigos de infancia de sus señorías, supuse, en animados corrillos, incordiando al viandante, en la acera adjunta. ¡Ya está!, pensé. La complicación es la que se encuentran cada día estos esforzados conductores de berlinas con cristales ahumados para saltarse la prohibición de aparcar en la calle Cedaceros. Y así, con el enigma ya medio resuelto, seguí mi camino sin rumbo predeterminado. Sólo quería hacer tiempo y ganas para comer. Bajé por Alcalá hasta Cibeles, seguí por Recoletos y, al llegar a Colón, decidí subir por los antiguos bulevares, hoy Génova. Buenos garitos por aquí, vive dios. Se nota la vecindad de los peperos. Me iba diciendo. Tanto tipo trajeado... ¡Leches, otra complicación! Estaba en la calle Zurbano. Allí, ni segunda ni tercera fila: simplemente estaba cortada al tráfico. Los coches negros y los corrillos de chóferes uniformados eran legión, pero no estaban solos. Las furgonetas antenadas de los medios desparramaban un reguero de cables multicolores por las aceras en dirección a lo que parecía un palacete. Me acerqué a husmear. ¡Jo, no vean! Puestos en semicírculo al pie de la escalinata había como cincuenta, o cien, que no sé, de lo que supuse eran periodistas. Con sus cámaras en ristre y toda la parafernalia que hace al caso. Una reluciente placa de latón a la puerta del jardín decía algo relacionado con el Fomento... luego, por la noche, me enteré de que se había celebrado allí una reunión importantísima. Trascendental para nuestras vidas. Y demás yerbas.

Situación complicada, sí. No hay aparcamientos suficientes para todas las berlinas oficiales de sus señorías. Y si no fuese porque muchos llevan de chófer a un amigo de la infancia dispuesto a lo que sea para que su señoría llegue a tiempo...

 
jueves 11 de marzo de 2010

De grana y oro


Uno mira a su alrededor y, a primera vista, todo parece pura cochambrería. Algo así como todo abandonado a medio hacer. Íbamos como motos y, de pronto, un vahído nos precipitó contra el quitamiedos. Por eso estamos quebrantados. Y escayolados de arriba a abajo. Paralizados. ¡Una bendición!

No bromeo. Parar, por la fuerza o de grado, es condición previa para ponerse a pensar. Pensar, lo que tanto nos falta. Cuestionar viejas verdades. Irritar a los guardianes del templo. Enemistarse con los acomodados a la tradición. Digamos, para resumir, revolución ilustrada. Con un poquito, por qué no, de despotismo de los mejores.

El caso es que, miren ustedes por donde, algo de eso pudiera estar comenzando. Extraños ingredientes sirviendo de catalizador.
Los toros y Cataluña. Dos espinas clavadas en el talón de España que le impiden avanzar. A mi modesto juicio, claro está.

Cataluña saca el tema a colación. ¿Con qué ocultas intenciones? Eso ya no importa. Lo que ahora cuenta es que los toros están el aire. Y con los toros, el centro de nuestra forma de entender la vida. La pasión, el cojonerismo, el todo a una carta. El desprecio del esfuerzo continuado, de la vida retirada, del trabajo sin finalidad. Torero, torero, torero. Tarde de triunfo. El mundo a tus pies. Incluso Ava Gadner. Ya lo dijo el clásico: no hay saber como el tener. Sobre todo, ya digo, si lo que tienes es a Ava Gadner. "¿A dónde vas?", le preguntó a Luis Miguel, recién que lo habían hecho. "A contarlo", respondió él sombrero en mano y con el paquete a punto de estallar.

A favor y en contra. Se debate. Hasta a Cervantes, traído por los pelos, sacaron a colación el otro día en Telemadrid. Para apoyar la fiesta, por supuesto. Prohibir, no prohibir. Uno no lo tiene claro. No me gusta ese espectáculo. Pero hay otros mil que tampoco. Por no hablar de los perros. Y no voy a querer que prohiban todo lo que detesto. Un poco de irracionalidad, o mal gusto, o diabolismo si quieren, aliña la insípida realidad. Y alimenta el arte. No sé. El caso es que se piense antes de hablar.

 

martes 16 de marzo de 2010

Desde la roca al diamante pasando por Pandora.


La contemporaneidad nos ha hecho impacientes. Queremos que la realidad se adapte a nuestros deseos desde ya. Por nuestra cara bonita. Como si fuésemos un dechado de méritos para el que la recompensa siempre se quedaría corta. De tanto codearse con los dioses hemos llegado a confundir nuestra propia naturaleza. Y, claro está, vivimos en la ignorancia de que el fuego no nos pertenece. Y así es que lo usamos sin asomo de respeto. Sin dejar de quemarnos. Y de vivir encadenados. Aunque no nos demos cuenta. Así de limitados somos.

Pues eso, que no nos queda otra que esperar a que los dioses del Olimpo se dignen enviar a un Hércules cualquiera que pase por aquí y dispare un dardo certero al águila que nos roe el hígado a diario.

Y mientras llega la ansiada liberación, los más tontos del lugar pasan el rato discutiendo acaloradamente sobre la mejor manera de estirar lo que no existe

miércoles 17 de marzo de 2010

Ahora sí




Les contaba el otro día acerca de una pareja de mirlos. Una bella historia que acabó en tragedia. Quizá lo que les mató fue la impaciencia. Quisieron adelantar la primavera por, quién sabe, quizás, urgencias fisiológicas. No paraban de requebrarse y eso, sobre todo con el frío, atonta. Y así fue que ella se estrelló contra el ventanal y quedó para el arrastre. Por la noche el gato de la vecina la remató. A la mañana siguiente apareció troceada sobre el césped del jardín. Y hay que ver lo que abulta un cadáver troceado. Un verdadero asco. Él, el mirlo, parecía desnortado. Viudo inconsolable al fin y al cabo. Dos días le respetaron los gatos. Al tercero, más carroña sobre el césped.

Es curioso. Hay gente que hace de su pretendido amor a los animales una especie de divisa. Como una declaración de su propia bondad. Un Sagrado Corazón que no les cabe en el pecho. Porque, dicen, el ser humano es el único animal que mata sin necesidad. ¡Valiente tontería! Los gatos de la vecina sin ir más lejos. ¿Por qué han matado a los mirlos? Desde luego que no ha sido por necesidad. Están más cebados que la Chona de Cueto. No, les han matado por simple y puro deporte. Porque matar lo que sea es lo que más les gusta hacer para pasar el rato. Y rato tienen un rato para urdir barrabasadas. Y, ya, no les voy a contar de los perros, otro animalito que no para de dar por el saco a todos menos a su dueño. Y porque suelen estar atados que si no... ya les digo, no se aventuren por el campo sin ir convenientemente armados so pena de sorpresas desagradables.

Pero ahora sí que sí. Esto es la primavera. Sol radiante, aire en calma... sólo el entretejido de estelas que dejan los aviones enturbia un poco la perfección. Y a rey muerto, rey puesto. Se fueron los mirlos y vinieron los carboneros. Más discretos que los mirlos, todo hay que decirlo. Con ese plumaje que les da un aire al cobrador del frac. Cambian continuamente de rama, ingrávidos, sin mirarse, como si pasasen uno de la otra y viceversa. Se están un rato en el melocotonero de la fachada a poniente y, luego, otro rato en el castaño a levante. Hasta que se cansan y quieren volver a empezar. Y entonces es cuando intentan una y otra vez, hasta mil, cruzar por el interior de las casa. Y topan con las cristaleras, pero no como los mirlos, sino suavemente. Incluso se demoran unos instantes revoloteando contra el cristal. Y vuelven a insistir. El ver de un lado al otro de la casa les desorienta. Y tardan en caer en la cuenta de que deben sobrevolar el tejado. Y entretanto, los gatos, ni aparecer. Curiosa selección. El carbonero no les debe de atraer. O, acaso, le consideran difícil. ¿Quién sabe? Los animales, esos misteriosos seres que inspiran al ser humano todo tipo de actitudes, maldades incluidas.

viernes 19 de marzo de 2010

Como si fuese español



Ayer, en Aguilar, cuando estaba pagando -tarjeta, DNI- la gasolina, va y me dice el mozo: "De Cantabria, ¡eh!". El tipo había investigado en mi documentación. "Bueno, sí, nací allí", le contesté sin la menor muestra de entusiasmo. "Qué pasa, que reniega de su tierra", dice. "No, ehhhhhhhhh", murmuro. "Eso es lo último... el lugar de nacimiento es lo más grande...". "Bueno, es que...". "¡Ah!, es que usted prefiere ser de donde pace". "Bueno, o de donde se aprende", dije sin saber muy bien a qué me estaba refiriendo. "Se aprende, se aprende", iba repitiendo por lo bajo el tipo cuando se dirigía a atender al próximo cliente. Me pareció, por su extraña sonrisa, que algo no le cuadraba.

Como he vivido en el País Vasco y en Cataluña, ese tipo de apreciaciones no me cogen en absoluto por sorpresa. Se de sobra hasta qué punto el pueblo llano anda huérfano de referencias personales que articulen su vida. Para ellos todo es la colectividad. Para uno de Aguilar, el Carnaval de la Galleta y cosas por el estilo. Para uno de Vic, la colla castellera. Etc.. Y los políticos conocen bien ese fenómeno y le aprovechan para sus fines. Chusma manda, que le dicen.

En fin, perdonen que les haya arrojado tanta basura a modo de prolegómeno. Voy al grano. Estoy seguro de que saben que la semana pasada unos pistoleros vascos mataron a un policía francés. Un triste suceso como tantos otros de los que se podría decir muchas cosas y extraer algunas dolorosas conclusiones. Pero dejemos eso. Lo que a mí me ha llamado la atención de todo este asunto ha sido la reacción de nuestro admirado Presidente. Ha dicho: "Lo he sentido tanto como si se hubiese tratado de un policía español". ¡Toma cosmopolitismo! ¿Lo habrá dicho en serio? ¿Habrá sido una declaración meditada? ¿Obedecerá a la sugerencia de alguno de sus asesores? En cualquier caso, confieso que me ha chocado. Esa vil manera de hacer distinciones. Como esa costumbre que han cogido políticos y periodistas de adjetivar de inocentes a las víctimas del terrorismo. Según tal debemos suponer que hay víctimas culpables. Y, según nuestro presidente, terruño obliga las preferencias afectivas. ¡Acabáramos! Seguro que el mozo de la gasolinera de Aguilar le ha entendido perfectamente. Entrañable en todo caso.

jueves 25 de marzo de 2010

El Pueblo del Libro


El caso es que uno ya no sabe a qué carta quedarse. Si se mira a lo más próximo, todo son toses, calenturas, dolores... la persistencia de un clima adverso añadida a la devastación espiritual propia de las crisis sin remisión, ha acabado por afectar gravemente a los sistemas inmunitarios de un personal que sólo encuentra consuelo esquilmando la botica. Pero si aprovechas los resquicios que te deja la patología para otear el horizonte ¿qué ves? Hay que echarle imaginación para encontrar alguna sustancia.

Por ejemplo, las oleadas de
putas déferlant (precipitandose) sobre Barcelona con motivo de la Feria Alimentaria. O, un suponer, la alta política que está teniendo lugar estos días de espaldas a los ciudadanos: la oligarquía vasca está a punto de perder el control de su último portaaviones, IBERDROLA, en beneficio del capitalismo capitalino. Florentino Pérez y así. Pero todo eso y cosas por el estilo de indudable enjundia, por el catarro o lo que sea, me deja frío. Lo que de verdad me ha impactado y, de paso, movido a informarme con cierta profundidad en el tema, ha sido el viaje de Netanyahu a Washington a poner las cosas en su sitio o, si quieren, llamar al orden al master y magister de turno. ¡Pobre Obama! No sabe con quienes se ha ido a topar.

Desde luego que si hay algo en el mundo que debiera mover a reflexión es la propia existencia del Estado de Israel. No creo que pueda haber muchas formas mejores de enseñar humanidades que demorándose en la historia de esa, al parecer, para muchos incómoda realidad. Desde la más que probable inexistencia de una Nación Hebrea en ningún momento de la antigüedad, pasando por la inquietante diáspora de lo que se vino a denominar como Pueblo del Libro, hasta el contundente esplendor actual, hay tanta tela que cortar y tanto mito por deshacer que no es extraño que el personal prefiera, dadas sus perezosas neuronas, acogerse a simples cuentos de buenos y malos.

Palestinos e israelíes. Conviene darse una vuelta por la región antes de tomar partido. Porque si no me equivoco en lo único que sobrepasan los palestinos a los judíos es en el lujo de los barrios en donde viven los mandamases. En lo demás, lo que separa la edad media del siglo veintitantos. Y es que, comparados con nosotros los españoles sin ir más lejos, los israelíes nos sacan unos cuantos codos. Sus universidades, sus empresas. Por no hablar de su poder financiero que nadie sabe donde empieza y donde acaba. Sí, desde luego que no conviene equivocarse, cuando Netanyahu le dice a Obama lo que tiene que hacer con, por ejemplo, Irán, no le está implorando nada sino que, en plan Cisneros, le muestra sus poderes. Y Obama entonces tiembla.

Oye, y mira que está mal visto hablar bien de Israel. Y que no te importe que construyan en Jerusalén Este. Incluso que lo veas deseable.

viernes 26 de marzo de 2010

Largas noches del invierno oscuro

 


Que a mi puerta llamas, cubierto de rocío. No sé quién sería el que llamaba a la puerta de Santa Teresa, o de San Juan de la Cruz, o del místico de turno, las largas noches del invierno oscuro. Pero sí sé quién es el que llama a la mía y no precisamente cubierto de rocío. Es el tedio. El tedio seco y opresivo que trae aromas de muerte. La vida sin sentido, sin nada que hacer por ti ni por nadie. Peligrosos destellos de racionalidad que aproximan a la verdadera dimensión del ser. Insignificante en definitiva. Apenas una pretensión de influir en el incierto futuro. Una ilusión de entender la anatomía del caos. Un delirio grandilocuente de diosecillo patizambo. La verdad, nada de lo que blasonar, ni tampoco de lo que asustarse.

Salir corriendo, acaso, a consumir lo que sea. Aunque sean caridades. O culturas. O naturalezas primigenias. O, ¿por qué no?, guerras. Mi guerra particular. Contra mi estúpido yo. Hasta que consiga vencerme. O aprender a abandonarme.

Decía Shopenhauer:

"Al tormento de nuestra existencia contribuye no poco también el hecho de que el tiempo nos urge continuamente, no nos deja tomar respiro y está detrás de cada uno como el severo maestro con la palmeta. El tiempo no es agobiante ya sólo para aquel que se ha abandonado al aburrimiento."

O a la vaguería, añadiría yo, para mejor entendernos.